Si me sitúo en la perspectiva de compañero de muchas andanzas y amigo de tantos años, cuando asoma el nombre de José María Martínez Laseca, me viene a la memoria todo un mundo de juventud en el instituto Antonio Machado, a principios de los años setenta, y de los primeros cursos del Colegio Universitario (CUS). Fue aquella toda una época de transformación social en nuestro país, de cambio y evolución en las vidas personales, formándonos cultural y académicamente, que nos permitió tomar conciencia de la realidad en tiempos decisivos. Hechos todos ellos que nos marcarían para el futuro, como siempre sucede. Han pasado cincuenta largos años desde aquel entonces y se cumplirá uno el próximo martes, día 17, de su muerte. Pero los que se van dejan huella. Por su cantidad y por sus cualidades, conocidas por la afectación a los demás, en número y en aptitud, se diferencia cada ser humano. Martínez Laseca las dejó en muchas memorias y fueron, no solo diversas sino también intensas. De su compromiso con Soria, sabe bien el lector. De su responsabilidad con el caminar social humano, también. En las Cortes de Castilla y León manejó dialéctica palabra y fuerza durante seis años y por el Congreso de los Diputados, un par de legislaturas.
Todo esto es conocido pero viene de nuevo a colación para dejar, una vez más, escrito su quehacer personal, que, por otra parte, resultó ser compatible y concurrente con lo literario y académico. Y mucho fue lo engavillado. Su cosecha lo fue tanto en compromiso cotidiano como en la faceta de articulista y en la de creador, e, igualmente, más allá de la escritura poética, se implicó en iniciativas prácticas y compartidas como la puesta en marcha del concurso "Un Soneto para Soria" o "La Saturiada", que ya es un clásico participativo en nuestra ciudad. Antonio Machado, Gaya Nuño y Concha de Marco quedaron vindicados, estudiados y engrandecidos en su labranza ensayística.
José María Martínez Laseca se nos marchó hace un año pero ahí queda su huella y persistirá aún más con la iniciativa tomada por la Asociación Vega del Merdancho de crear unos premios literarios que llevan un nombre en el certamen que lo dice todo: El Poeta de Almajano, como homenaje, recuerdo, gratitud y sentimiento hacia él, además de, naturalmente, contribuir al conocimiento de la poesía, del pueblo que le vio nacer y de toda nuestra Soria. Un año de la muerte de José María Martínez Laseca.
Todo ello me trae a la memoria unas palabras que, a finales de septiembre, escribía en "Publico" Guillermo Martínez: "La poesía está en todas partes. La poesía se ve, se huele, se toca, se recuerda, se saborea, se escucha, se censura, se mutila, se palpa, se pregunta. Y también, a veces, nos ve, nos toca, nos saborea, nos escucha, nos palpa, incluso nos mutila y siempre nos pregunta". La poesía está en todas partes… y mucho más en los alrededores del Duero, de Almajano a Cuevas de Ayllón, pasando por Aduana Vieja y El Collado, bajo el cielo azul.
Bien esbozada, esta primera convocatoria ha tenido tal éxito que se han presentado más de ciento cincuenta obras, de muchos rincones de España. Y este domingo, día 15, en Almajano, se entregarán los premios respectivos a sus ganadores. Que el acto sea todo un acontecimiento, como se merece.
"Del oficio de poetastros, pintamonas y cronicantores" es uno de los títulos de la prolífica obra de Martínez Laseca. Lo evoco ahora porque él sabía bien que, con agudeza, el conocimiento y la creación pueden ser más eficientes, dado que la palabra es la herramienta que nos hace humanos, insustituible para compartir con los demás. No hay palabra sin intercambio y no hay palabra sin conciencia. "El tiempo pasa y cambiamos pero, gracias a los recuerdos, no perdemos lo vivido. Porque las evocaciones forman parte de nuestra vida y constituyen las raíces de su ser. Solo muere lo que se olvida", dejó escrito en uno de sus artículos, en enero de 2020.
Como sostenía Aldous Huxley, "el recuerdo de todo ser humano es su literatura privada". Justo por eso, que la obra del Poeta de Almajano siga zambulléndose en la memoria, para que la Vega del Merchando no ceje… y para que Tamara y Amaya persistan.