Nuestras fiestas: recuerdos y esperanzas

Jesús Sanz Perlado
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En una dehesa lejana hay unos toros que están esperando para venir a nuestras Fiestas

Nuestras fiestas: recuerdos y esperanzas - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez

Hace unos días estuve en Valonsadero. La mañana era gris, plomiza y lluviosa, como si la naturaleza, ajena a las desgracias que nos atenazan desde hace tiempo, se hiciera también partícipe de ellas. Tras estar un momento en la puerta de los Corrales, crucé hacia Cañada Honda. La hierba estaba húmeda y brillante y el farallón de la Cañada, testigo eterno de los acontecimientos que tienen lugar en este paraje durante el solsticio de verano, tenía un aspecto casi amenazante. En aquella soledad y en el centro de nuestra Cañada Honda me invadieron sentimientos de tristeza y nostalgia y se agolparon en mi mente recuerdos de momentos y emociones vividos en este lugar tan especial para los sorianos.

Recordé el monte lleno de familias que se disponían a disfrutar de la merienda de La Compra, o el pueblo soriano esperando en las rocas la salida de La Saca. Me vinieron a la cabeza los sorianos cantando en los chiringuitos el ‘Vino griego’ acompasando la letra de la canción con golpes en la barra y una alegría infinita. Vi las carreras de toros y caballos a lo largo de la pradera y experimenté como si la estuviera viviendo esa sensación de tensión y valor a partes iguales que siente cualquier joven soriano cuando entra por primera vez a correr los toros «por la mocita de sus amores»… Pasaron por mi cabeza imágenes del espléndido ambiente del Viernes de Toros, de la entrañable jornada del Sábado Agés, de los coloridos desfiles del Domingo de Calderas y de la última merienda en San Polo del Lunes de Bailas.

En resumen, se pasaron por mi cabeza recuerdos de toda una vida de Fiestas de San Juan, que este año tampoco vamos a poder celebrar. Ensimismado en mis pensamientos, observé que el cielo se había tornado azul intenso, unos tímidos rayos de sol iluminaron las rocas sombrías y la hierba sonreía al notar el roce de los rayos solares. En ese momento escuché el sonido de un cencerro lejano: una vaca pastando a lo lejos; y por algún extraño motivo, se me levantó el ánimo. En alguna dehesa lejana hay unos toros que están esperando para venir a nuestras Fiestas y cumplir con nuestras tradiciones. Los trajes de peñistas y piñorros están guardados en la oscuridad de nuestros armarios a la espera de poder ser usados, pero sin caer en el olvido de sus dueños. Los Amigos de La Saca cuidan a sus caballos y sacan brillo a sus sillas de montar.

El pueblo soriano espera con paciencia el fin de esta época de oscuridad y tristeza. Los Jurados de Cuadrilla de San Juan 2019, de los que me enorgullezco de formar parte, guardamos con veneración los símbolos de nuestro cargo, a la espera de poder entregar el Santo, el Libro de Cuadrilla, el Bastón y el garrafón de vino a los nuevos Jurados que, sin duda, también esperan con ilusión y alegría.

Como portavoz de los Jurados de Cuadrilla de 2019 y en nombre de todos ellos, queremos enviar a todos los sorianos un mensaje de esperanza. Todavía nos queda un largo  tiempo hasta que podamos celebrar nuestras Fiestas; lo único que podemos hacer hasta entonces es recordar a las víctimas de esta maldita pandemia, intentar levantar el ánimo y trabajar con ilusión y alegría por nuestra humilde ciudad.

He vuelto a Valonsadero. El sol ilumina Cañada Honda.