Julia Navarro

ESCAÑO CERO

Julia Navarro

Periodista y escritora


El más listo

16/04/2025

Nuestro ministro de Economia, Carlos Cuerpo, ha pasado por Washington, para intentar rebajar la tensión y despejar malos entendidos, sobre la relación de la UE en general y España en particular, con China.
Y eso lleva a preguntar si ha sido un éxito la reciente visita de Pedro Sánchez a China. Yo creo que sí, que sin duda ha sido un éxito para Xi Jinping, que hasta hora despertaba toda clase de recelos en la Unión Europea.
China va a lo suyo si nos atenemos a lo que hasta hace poco decía la señora Von der Leyen, amén de otros dirigentes de la UE. Ese ir a lo "suyo" del gigante asiático supone que hace políticas de "dumping", superproducción, restricciones severas a las importaciones desde Europa, subvenciona los productos que ellos exportan, etc, etc, etc. Es decir, China juega con las cartas marcadas, e impone unas reglas de las que Occidente se queja pero viene siendo incapaz de cambiarlas. O sea, que hasta hace tres meses, desde la Unión Europea se decía, con lenguaje diplomático, eso sí, lo mismo que ahora dice Donald Trump en plan bruto.
En realidad no es extraño que la nueva Administración norteamericana desconfíe de China, país cuyas normas y comportamiento económico no se ajustan a lo que son las reglas de Occidente. Los responsables políticos norteamericanos saben que, al día de hoy, los peligros para su economía y desarrollo, provienen de China no de otros lugares. De ahí la "guerra" absurda y peligrosa que Trump ha desatado imponiendo aranceles en el mundo entero o repitiendo el "mantra" de que la Unión Europea se creó para fastidiar a Estados Unidos.
El problema es que Donald Trump se comporta con una arbitrariedad escandalosa y, su estrategia política, es un absoluto desastre, por más que quienes le rodean le digan "sí bwana" a todo cuanto se le ocurre o se les ocurre a sus asesores.
Donald Trump se comporta con frivolidad, obviando que las formas son esenciales en democracia. Su estilo, entre chulesco, faltón, maleducado, lo único que provoca es que la ciudadanía norteamericana y la mundial, le vayan perdiendo el respeto. Le pueden temer, sí, por lo atrabiliario de su comportamiento, pero el temor no infunde respeto. Además, se desdice con tanta facilidad que allí donde sus asesores ven "genialidad" el resto del mundo ve lo contrario.
Podría haber planteado una reflexión y un debate sobre los aranceles, haberse reunido con sus "pares" del concierto internacional: los dirigentes de la UE, de Canadá, Japón, el Reino Unido, etc. A eso se le llama hacer política, pero ha optado por el peor camino: insultar, despreciar, cambiar de opinión de un día a otro, sencillamente porque sus propuestas carecen de solidez.
Pero, más allá de los modos y maneras de Trump, hay una realidad: en esto del comercio internacional China tiene la sartén por el mango. La cuestión es que China se ha convertido en el gran factotum del comercio mundial y por tanto en un actor imprescindible para que todo siga funcionando como funcionaba.
Aparentemente, a los mandamases de la Unión Europea, y a los de sus países miembros, no parece quitarles el sueño ese "dumping" comercial del que en ocasiones se han quejado con la "boca pequeña". En China, al igual que en otros países de Asia, se produce más y más barato porque los sueldos que se pagan a los trabajadores son pura miseria y los derechos de los trabajadores brillan por su ausencia. La civilizada Europa, y sin duda también Estados Unidos, tiene asentadas las bases del "Estado del bienestar" y eso pasa por respetar unas reglas de producción y sobre todo garantizar los derechos de quienes forman parte de la cadena de producción.
Aquí en España, o en Francia, Alemania, etc, sería impensable que en una fábrica hubiera trabajadores que apenas levantan un palmo porque son niños o que se les pagaran salarios míseros y trabajaran jornadas interminables.
Me parece a mi que, dejando aparte los modos y maneras zafias de Donald Trump, no estaría de más que los países occidentales dediquen algún tiempo a reflexionar que no todo vale para que sean más baratas las camisetas y deportivas de "marca", los artilugios electrónicos, los coches, etc. Hay cosas que cambiar o mejorar en un mundo donde la libertad de comercio es sin duda un pilar imprescindible.