Todos los datos positivos, balances favorables, mejoras y conquistas tienen su ‘cara B’ o nos enfrentan a nuevos desafíos. Si en los últimos tiempos el envejecimiento poblacional se manifiesta como un síntoma de los avances médicos, de la progresión en distintos ámbitos que nos permiten prolongar nuestra trayectoria vital cada vez con mejores expectativas y condiciones, hay que asumir ciertas exigencias de esa población mayor que no solía llegar tan lejos hace no demasiados años. De hecho la esperanza de vida en nuestro país ya supera los 82 años. Por aportar datos, Soria cuenta con 86 centenarios, casi uno por cada mil habitantes, y más de un 20% de la población supera la edad de jubilación, en España más de siete millones. Al tiempo que hay que alegrarse por esta ampliación de horizontes hay que poner el foco en un sector, el de la tercera edad que precisa de cuidados y atenciones. Porque cada vez es más habitual que ancianos que habían fallecido en la más absoluta soledad, abandonados sin paraguas del tejido social, abran informativos. Aquel «al que hace tiempo no veíamos por el barrio». Tristes protagonistas de la actualidad que se ve atenuada en territorios más recogidos comoSoria donde el roce es más habitual que en las grandes ciudades. No obstante, la vorágine cotidiana, los cambios en los hábitos de vida también alcanzan enclaves pequeños hasta el punto de no conocer ni cruzarnos con las personas con quien compartimos descansillo.
Tenemos una deuda con nuestras mayores y es síntoma de una sociedad madura contribuir a sus cuidados y mejorar su día a día. Al fin y al cabo, si nada lo remedia, vivimos con la esperanza de alcanzar cotas altas y hacerlo de la mejor manera posible. Todos, Dios mediante, nos veremos delicados en un futuro. El arranque del año nos ha traído al revalorización de las pensiones (un 0,9%). Una cuestión de justicia después de poner en el foco a un sector, el pensionistas, que por momentos parece molestar y pone en cuestión la estabilidad económica de todo un país cuando ellos han sido el sostén de hijos y familiares en las épocas más duras de la última crisis.Hay que felicitar el incremento en la paga mensual porque el dinero es importante pero no lo es todo. Hay muchas otras cuestiones, el desamparo, el abandono, el desarraigo social... hablamos de una cuestión de afectos, de cercanía, de arropar a los más vulnerables, una deuda de una sociedad que prioriza el presente y lo que va a venir pero que curiosamente tampoco cuida en exceso a sus jóvenes. Por fortuna, este país conserva una red de centros que promueven el encuentro, la sociabilidad de nuestros mayores y lucha contra su aislamiento que en muchas ocasiones es voluntario.
Las dificultades en el día a día para nuestros mayores no es solo física, ni cuestión de achaques. Vivimos en una sociedad que establece crecientes barreras.Me explico: la tecnología no se acuerda de los mayores. Hemos dado el salto a un ámbito digital sin darnos cuenta de que hay un amplio sector de la población que están en una esfera analógica y a los que no les vas a cambiar y a los que les es imposible, cada vez más, acceder a ciertos servicios en los que la atención al cliente, el tú a tú, es inexistente.Busquen en su entorno y encontrarán algún caso. Ese abandono se acrecienta en un medio rural ya de por sí abandonado donde los lugareños pasan demasiado tiempo solos. Para combatir esta circunstancia, que también expulsa a futuros pobladores ante la falta de ambiente, surgió la iniciativa ‘Cuenta conmigo’, para combatir la soledad de los mayores y no tan mayores. En Soria se centra en pueblos de la Ribera como Bocigas, Castillejo de Robledo o Valdanzo. Es importante ver como el tejido social no permanece impasible. También es importante destacar labores como la que destacamos hoy en El Día de Soria que acompañan a los mayores en sus gestiones cotidianas porque las cifras no mienten y en un 14% de los hogares sorianos vive una persona sola y, en su mayoría ancianos. Hay que agradecer la labor de esos cuatro voluntarios de Cruz Roja, también entrados en años que hoy nos cuentan su experiencia.
También es necesario destacar la aportación en el cuidado de nuestros mayores de ese sector, tan denostado desde determinados ámbitos reaccionarios, que es el inmigrante. Legales o ‘sin papeles’ les vemos empujando las sillas de ruedas de nuestros mayores, acompañándoles en su paseo cotidiano, ayudando en las gestiones y dando conversación y compañía. Son parte del paisaje de una España que se dedica a otros quehaceres y deja para los recién llegados el cuidado de los mayores.Tal vez, dada la necesidad, haya llegado el momento de dignificar este trabajo de avanzar en su regularización, porque sin duda responden a una demanda creciente y, cómo no, es un ejemplo de integración no solo intergeneracional sino también intercultural. Un acercamiento ejemplar que se da entre sectores de la sociedad sensibles que han confluido en el mismo tiempo. Unos continúan engordando el censo por arriba, ampliando la esperanza de vida. y los otros, los que llegan de fuera dando aire al padrón de una Soria que gracias a la inmigración ha comenzado tímidamente, la remontada poblacional.