La orden Cisterciense de la Estricta Observancia es una orden monástica católica, conocida como los monjes trapenses. Se les llama también monjes blancos, dado que visten túnica blanca, con escapulario negro y correa marrón, frente a la negra de los benedictinos. Ambos proceden de la Regla de San Benito, fundador del monacato occidental, siendo los Cistercienses una reforma realizada en 1098 por Roberto de Molesnes sobre los benedictinos de Cluny, al considerar que los mismos habían perdido rigor y se habían relajado en exceso... Sería, sin duda, Berrnardo de Claraval el impulsor y padre espiritual de la reforma.
Los trapenses o Cistercienses de la Estricta Observancia son la orden monástica más exigente, por detrás de la nunca reformada orden de la Cartuja y que en la actualidad mantiene en España tres cenobios masculinos: en Burgos, en Tiana (Barcelona) y en Serra (Vall de Lullén, Valencia), además de uno femenino en Benifasar (Castellón). El impulsor de esta reforma fue el abad De Rancé en 1664.
Existen en la actualidad diez monasterios masculinos de La Trapa en España, entre abadías y prioratos. Hay dos cenobios Cistercienses de la Común Observancia; una abadía en Tarragona (Poblet), con una veintena de monjes; y un priorato en Solius (Provincia de Gerona), con una decena de monjes. A nivel mundial, la Estricta Observancia mantiene sobre 2.000 monjes y 1.700 monjas, en tanto que la Común Observancia conserva 1.300 monjes y 1.500 monjas.
Cistercienses en España: Orden de la Estricta Observancia - Foto: E.G.MLas diez casas masculinas de la Estricta Observancia que en la actualidad funcionan en España se distribuyen por provincias: Navarra (La Oliva), Palencia (San Isidro de Venta de Baños), Viaceli (Cóbreces, Cantabria), Oseira (Ourense), Sta María de Huerta (Soria), San Pedro Cardeña (Burgos), Sobrado dos Monxes (A Coruña), Escalonias (Córdoba), Zenarruza (Vizcaya) y Monte Sión (Toledo). En total, mantienen en torno a 125 monjes, de los cuales más o menos la mitad son sacerdotes. La actividad de los monasterios es el Ora et labora. Por un lado, la Liturgia de las Horas, en la que participa toda la comunidad se inicia, normalmente, con Vigilias a las 5 horas, Laudes a las 7,30 horas, Tercia a las 9,30 horas, Sexta a las 13,40 horas, Nona a las 15,45 horas, Vísperas a las 19 horas y Completas a las 21,15 horas. Evidentemente, la misa es el elemento central de la relación con Cristo.
En el labora hay una serie de actividades como el cultivo agrario; las granjas; la elaboración de quesos, bebidas y mermeladas; la gestión de las tiendas; y el acogimiento benedictino en las hospederías, hoy habitualmente mixtas y que suponen el acceso para distintas personas a unos momentos de paz y relación espiritual con los propios monjes, tremendamente positivo en el modelo de vida que hoy sufrimos, alejado de reflexión y oración. La limpieza del monasterio, la cocina y otras muchas labores del día a día completan la actividad monacal, alejada de la dejadez o la vagancia, a todas luces incompatibles con la Regla de San Benito. No falta unas horas dedicadas al estudio.
El Císter, desde San Bernardo de Claraval, mantuvo una estricta austeridad constructiva, frente a la opulencia Cluniacense. Todas las abadías seguían unas pautas parecidas: Iglesia de este a oeste, con cabecera al este; claustro adosado a la Iglesia; ala este del claustro con las dependencias de los monjes, incluida sala capitular; dormitorio comunitario en primera planta; refectorio y cocina en ala contraria a la Iglesia; y en el ala oeste, la sala de conversos. Se rechazaban, en todos los casos, las Iglesias suntuosas y riquezas.
Desde su irrupción en la Francia medieval, el Císter acumuló presencia en España, con monasterios en Fitero, Piedra, Rueda,Veruela, Santes Creus y Santa María de Olla, entre otros.
Tal como hemos señalado antes, en la provincia de Soria, concretamente en Santa María de Huerta, se encuentra una de las abadías más fecundas de la Estricta Observancia. Con una alta actividad, tanto religiosa como material, y con una construcción excepcional. Tanto el claustro herreriano como el refectorio son verdaderas obras de arte. Han tenido un papel muy activo en la fundación de Monte Sión, en Toledo, y sin duda la estabilidad en el mandato abacial de Isidoro Anguita, ha permitido un avance de la comunidad. Pero sorprende lo aparentemente alejada de la realidad de Soria en que permanece la abadía. Muchos ciudadanos desconocen la existencia de esta realidad cultural, histórica y religiosa.
Dos figuras distintas emergen en el seno de los Cistercienses de la Estricta Observancia: San Rafael Arnaiz y Thomas Merton. San Rafael Arnaiz fue beatificado en 1992 por Juan Pablo II y c anonizado por Benedicto XVI en 2009. Fallecido por una diabetes melitus en 1938, con apenas 27 años, está enterrado en la Iglesia abacial del monasterio de San Isidoro de Dueñas, siendo su vida un compendio de mística del siglo XX. Rafael Arnaiz, proveniente de una familia acomodada, tuvo que hacer un gran sacrificio para adaptarse a la vida de La Trapa. Contaba el profesor Alberto Royo Mejía, en su libro San Benito y sus hijos, que cuando ingresó Rafael, los trapenses de Dueñas trabajaban en el campo con las vacas y las gallinas y dormían con la misma ropa de trabajo. Se cambiaban pocas veces y no había costumbre de ducharse, un lujo actual y entonces prohibido, según contaban los monjes ancianos de La Trapa de Dueñas. Y así, la primera vez que Rafael entró en el refectorio, casi se desmayó por el fuerte olor a humanidad que había allí.
Thomas Merton fue un monje trapense, teólogo, prolífico escritor y místico que nació en 1915 en Prades (Francia) y falleció en 1968 en Bankok (Tailandia). Sus libros, entre los que destaca La Montaña de los siete círculos, han sido muy importantes, siendo probablemente el autor más asiduo en las tiendas monásticas de la Orden. Activista por la paz y los derechos humanos, perteneció a la Abadía de Getsemaní en Kentucky.