Con silbato en mano, gorro de lana, chándal y abrigo para contrarrestar el frío soriano, Enrique Pascual espera en la calle 1 de la pista de atletismo del viejo campo de Los Pajaritos, lugar de gestas del histórico Numancia y que hoy alberga el Centro de Alto Entrenamiento y Promoción (CAEP) de Soria. Al atravesar su puertas se accede a un moderno módulo cubierto.
"Preguntamos por Enrique Pascual". "Sí, bajas las escaleras a las pistas y allí está". A 100 metros, los mismos de la disciplina reina del atletismo, se encuentra un hombre de media estatura, con ojos azules, aún con un cuidado bigote, el mismo con el que alzó a Fermín Cachó a conseguir el oro en el 1.500 en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Se presenta una eminencia del mediofondo y fondo español. Enrique Pascual, sin abandonar nunca su humildad y modestia, presume de sus raíces sorianas. "Dadme un minuto", nos señala educadamente, mientras entrena con su sobrino Raúl, que rueda sobre la bicicleta para hacer de liebre con los portugueses Isaac Nader y Salomé Afonso, que la semana pasada acabaron en cuarta y octava posición en 1.500 metros, en el Campeonato del Mundo en Pista Cubierta, celebrado en Glasgow. Confía en que sea su propio sobrino quien coja su testigo en un futuro.
Concluye el entreno y Pascual se sienta sobre una banqueta. "Con mis propias manos empecé a construir las pistas de atletismo de Los Pajaritos y otras en Valonsadero", sostiene.
Enrique Pascual (1957) es ejemplo de constancia, trabajo e ilusión en lo que hace, un modelo de capacidad de sacrificio por el atletismo y lecciones de vida en la ambición, esforzarse más y saber esforzarse para hacerlo, siempre mejor y así ir más rápido y llegar más lejos desde una profunda humildad y con la sensatez de tener siempre los pies en la tierra. "Mi labor es ayudar a quien quiere ser ayudado. Soy como una oenegé", asevera.
Licenciado en Educación Física y entrenador Nacional de Atletismo desde 1980, entre los galardones recibidos, aparte de la insignia olímpica, destaca la Gran Orden al Mérito Deportivo (Medalla de Plata). Por sus manos han pasado algunos de los mejores atletas españoles que han logrado grandes triunfos atléticos, tales como Fermín Cacho (campeón olímpico de 1.500 metros en Barcelona'92 y campeón de Europa en Helsinki'94), Abel Antón (doble campeón del mundo de maratón en Atenas'97 y Sevilla'99 y campeón de Europa de 10.000 metros en Helsinki'94), Tomás de Teresa (medalla de bronce en 800 metros en el Europeo de Helsinki'94 y plata en el Europeo en pista cubierta de Glasgow'90).
De Brías a Soria
Nació en un pequeño pueblo "precioso" de Soria, llamado Brías, aunque "prácticamente abandonado, como casi toda la provincia de Soria", reivindica. "Salí de allí a los cuatro años. Mi madre dice que el mejor paso que dio mi padre fue sacarnos de allí porque en 1961 año aquello era la Edad Media", desliza, para pasar a los recuerdos de Soria capital, donde estudió hasta Bachillerato y luego Educación Física en el INEF de Madrid. "Mi gran duda era estudiar Medicina o Educación Física, que eran las dos actividades que me llamaban la atención". Al aprobar las pruebas en Madrid para Educación Física, que eran 80 plazas para toda España, con lo que era "muy difícil entrar", se decantó por hacer primero la Educación Físico luego Medicina. De hecho, intentó cursar ambas en Madrid de forma paralela, "pero asuntos burocráticos y traslados de expediente" se lo impidieron.
Ese capítulo recondujo su vida y le llevó de nuevo a Soria para estudiar hasta tercero Medicina, y decidió asentarse en la ciudad. "Cuando ves la gran urbe que es Madrid, yo no hubiera salido de allí durante mi época de estudiante; la mejor de la vida, tratas de no salir, pero lo hice por seguir estudiando. Y eso hizo que me quedara en Soria". El cuarto año de Medicina ya fue en Zaragoza, donde la situación era "muy complicada" porque trabajaba a la vez en Soria y aprobó las oposiciones de instituto, con lo que entró al IES Antonio Machado dando clase, el que ha sido su centro hasta su jubilación. "Como decía el propio Machado, se hace camino al andar", rememora.
En aquellas condiciones realizó cuarto y quinto "se hizo largo". Además, se suma que en esa época ya contaba con "buena gente entrenando en atletismo". "Hacía demasiadas cosas y era complicado llegar a todo; y opté por mi instituto y la familia. Eso era el año 1986", subraya.
Pero fue mucho antes, desde 1980, cuando llegó de hacer INEF en Madrid y mientras también hacía el Servicio Militar y estudiaba Medicina, cuando empezó a entrenar a gente como Abel Antón, que en 1981 ya fue campeón de España de 5.000 metros en Santander. "Desde el primer día mi objetivo era entrenar a saltadores", apunta Enrique Pascual, quien fue saltador de pértiga, disciplina en la que fue campeón de España universitario y segundo en otra edición.
Pero captó a Abel Antón y un grupo de corredores en el Parque de la Dehesa de Soria, donde "no había pistas, ni instalaciones, solo campo, y no había otra cosa que hacer que correr", asegura entre risas. "Empecé sin tener idea de lo que era correr. Poco a poco ellos me fueron enseñando y a base de congresos a los que asistí", traslada desde la más verdadera humildad.
La figura de Raúl
Tras varias décadas y a las puertas de sus novenos Juegos Olímpicos, este verano en París, con quien podría acudir con algunos de los atletas que entrenan con él en Soria, Enrique Pascual admite que necesita "una cierta ayuda, y más con un grupo tan numeroso" como el que entrena. "Creo que aunque tengo mucha motivación y ganas para seguir, es posible que en cualquier momento, por A o por B, deje de entrenar por cualquier cosa. Pero me gustaría que esta actividad se mantuviera", apunta un sincero Pascual.
Su objetivo ahora mismo es transmitir lo que ha aprendido a alguien para que pueda continuar con esta labor, que siga habiendo grupos de entrenamiento en la especialidad de atletismo en Soria. Y el elegido, si nada cambia, será su sobrino Raúl, a quien intenta "enseñar todo, llevarle a competiciones, concentraciones". "Me hace muchas tareas en esta sentido, las programaciones las realizamos a medias para ver los distintos caminos. Le encargo los trabajos de fuerza. Él es un buen apoyo", concluye, mientras sale por la puerta principal del CAEP, el último en hacerlo, en una mañana de frío y lluvia en Los Pajaritos.