Con tan solo 25.000 habitantes, la localidad de Paiporta, a 10 kilómetros de Valencia, se convirtió ayer en el epicentro de la gota fría. La fuerte riada que asoló este pueblo del cinturón metropolitano de la capital dejó 40 muertos, seis de ellos en una residencia de ancianos.
La comarca de la huerta valenciana vivió unas de sus horas más dramáticas, con personas atrapadas en sus coches y otros pidiendo auxilio desde sus casas, la mayoría de planta baja.
La fuerte tromba de agua sorprendió a la gran mayoría de los vecinos de esta localidad cuando regresaban de sus trabajos, lo que ocasionó aún más daño, ya que muchos de ellos estaban en sus coches de vuelta a casa.
Pero uno de los momentos más angustiosos fue la inundación de una residencia, que se saldó con seis ancianos fallecidos. Según algunos testigos el agua entró «como un torrente y anegó la planta baja», que era donde estaban todos los mayores. Cuando llegaron, los servicios de Emergencia socorrieron a la mayoría de los ancianos, a los que trasladaron a pisos más elevados.
Otro punto crítico de Paiporta fue el cuartel de la Guardia Civil, donde un sargento, un teniente y la novia de este tuvieron que refugiarse en la zona baja del inmueble para intentar escapar del agua, pero no lo lograron.
Otros agentes lograron ponerse a salvo e incluso pidieron auxilio al Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS), pero los remolinos y la fuerza del agua retrasaron la intervención de los buzos del Instituto Armado. Horas después, la alcaldesa de la localidad, Maribel Albalat, informó oficialmente que la cifra de fallecidos ascendía a 40 personas.
Entre los muertos «hay menores, jóvenes, personas mayores, familias enteras, hay de todo», lamentó Albalat. «Parece ser que buena parte de las personas que han perdido la vida estaban intentando mover los coches de los garajes», indicó, y el agua entró en muchas plantas bajas donde reside gente muy mayor.
El municipio de Paiporta, señaló la alcaldesa, no está preparado para la lluvia porque hasta ahora no había sufrido inundaciones.
«Una ratonera»
Catorce horas después de la riada que asoló Paiporta, los vecinos no comprenden todavía cómo puede ser que nadie les avisara de la llegada de la tromba de agua. De repente, aseguran los vecinos, el agua llenó las calles. «Mira, era un día tan normal... Mi marido se fue al gimnasio, prueba de la tranquilidad. Se volvió corriendo a casa cuando, de repente, vio el agua», comenta María.
Tras inundarse los garajes y los bajos, muchas familias decidieron subir a los pisos altos o a los tejados. Después de eso, la luz y el agua se cortaron y llegó la noche.
«Paiporta se convirtió en una ratonera, los coches flotaban como si fuera una pecera. En unos minutos, de querer dar la vuelta, ya no podías salir del coche y te quedabas atrapado», añade María, que no olvidará la jornada y recuerda cómo llegaron a sacar a un hombre por la ventanilla del vehículo».
A última hora de ayer, la zona seguía sin electricidad. «No sé lo que vamos a hacer», se lamentaba, mientras jamás hubieses imaginado que su urbanización iba a quedar inundada.