Con más de un centenar de deportistas en sus escuela, el Club Judo Kodokan va consiguiendo con el paso de los años que su cantera obtenga medallas en los campeonatos más importantes a nivel nacional. En un pelea constante por mejorar en un deporte con un seguimiento menor, el paso de los años juega a favor de esos jóvenes que se mantienen en la entidad y que eligen esta disciplina por encima de cualquier otra.

Los éxitos van llegando, pero en fechas recientes dos de ellos han mostrado que ya están ahí. Leonor Blázquez se hacía con la medalla de bronce en categoría cadete en la Copa de España. Su compañero, Marcos Vera, se llevaba la plata en un encuentro internacional con Portugal. Estos dos metales que confirman la evolución del club.

Ahora sus objetivos pasan por seguir logrando más medallas, evolucionar en positivo y poner al judo soriano en el mapa de un deporte con más tradición en España de lo que parece.

Sangre fría. Hablar de Leonor Blázquez es hacerlo de una joven que con apenas 14 años tiene en la paciencia su mayor virtud. «Me gusta hacer largo el combate», comenta la judoca. «Siempre estudio a mi rival para intentar llevarme la victoria al final», analiza. «Una vez en el saludo ya me atacaron, pero no suele ser así», cuenta con humor.

Sus inicios fueron precoces. A los seis años ya quería dedicarse a ellos. «Al principio solo acompañaba a mi hermana, pero ya en ese momento quería practicar esto», recuerda. Duda sobre el motivo. «No lo he pensado», reconoce. Es algo natural, un amor por un deporte que prioriza por encima de otros. «Probé muchos, pero lo único que tenía claro es que el fútbol no», sentencia.

Agresiva en su forma de combatir, trabaja por mejorar sin perder su naturaleza. «Intento dominar los combates, usar mi fuerza para imponerme», relata. Ya lo ha conseguido en los últimos tiempos y su gran objetivo será el Campeonato de España de 2024.

Talento. El caso de Marcos Vera (16 años) es muy similar al de su compañera, al menos en sus inicios. «Comencé a los 5 años», afirma el soriano. «Simplemente me apetecía dedicarme a un arte marcial y así surgió el judo», cuenta de forma natural. Con el paso de los años se ha convertido en uno de los buques insignia del Club Judo Kodokan. «Quiero seguir mejorando para estar lo más arriba posible», reconoce.

En su primera experiencia internacional estaba a punto de hacerse con el título. «Fue una gran experiencia el poder ver otro tipo de visiones del judo», detalla. «Me faltó un poco para ganar a mi rival de Madrid, pero el balance es muy positivo», sentencia.

Sabe perfectamente dónde está su capacidad de mejora. «Soy muy bueno cuando estoy en pie, pero en el suelo me cuesta más», apunta. «Mis rivales me intentan llevar a su terreno y tengo que trabajar eso para sufrir menos» finaliza.

Tras pasar por la Supercopa de España dentro de dos semanas, se centrará después en buscar la clasificación para el nacional, donde una medalla es el objetivo para seguir con un camino que conduce inevitablemente a la gloria.