Villalar, 1521: así fue la derrota de los comuneros

SPC
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El 23 de abril de 1521 se disputó en Villalar la batalla que decidió la suerte de la revuelta de las comunidades contra el gobierno del rey Carlos I iniciada un año antes

Fotograma del largometraje 'La leona de Castilla' dirigida por Juan de Orduña en 1951. En la imagen, Bravo, Padilla y Maldonado se preparan para la batalla de Villalar. - Foto: Ical

El 23 de abril de 1521 se disputó en Villalar la batalla que decidió la suerte de la revuelta de las comunidades contra el gobierno del rey Carlos I iniciada un año antes, una derrota que prácticamente puso fin a la rebelión y convirtió esa jornada en el Día de Castilla y León. Así fue la batalla de Villalar.

Tras tomar la plaza de Torrelobatón (Valladolid) en febrero de 1521, las fuerzas comuneras, con Juan de Padilla al frente, se habían hecho fuertes en ella, resguardadas en su castillo. Por su parte, el ejército realista, comandado por el condestable Íñigo Fernández de Velasco, se acantonó en la cercana Peñaflor de Hornija, reforzado con las huestes del almirante Fadrique Enríquez y otros señores nobiliarios.

Aunque las primeras medidas de Carlos I y sus consejeros flamencos generaron descontento entre la nobleza castellana, más aún tras la marcha del monarca a Alemania para convertirse en emperador germánico, este estamento optó mayoritariamente por la causa realista frente a las comunidades a medida que avanzó el conflicto civil.

Así, en la madrugada del 23 de abril, el ejército comunero abandonó sus posiciones en Torrelobatón camino de Toro (Zamora), ciudad fiel a su causa. El día en que habría de disputarse la batalla definitiva de la contienda, la lluvia hizo su aparición para complicar la marcha de Padilla y sus hombres, que avanzaban según el curso del río Hornija.

Tras pasar Villasexmir, San Salvador y Gallegos, las tropas de la Santa Junta se vieron alcanzadas por los realistas a la altura de Vega de Valdetronco (Valladolid). Ante ello, Padilla ordenó que se dispusieran sus fuerzas para afrontar el combate, pero las difíciles condiciones meteorológicas complicaron la comunicación entre las unidades del capitán comunero, cuya vanguardia pasó de largo por esta localidad y obligó al resto del contingente a avanzar hasta Villalar, donde finalmente se desarrolló el combate.

Dada su inferioridad numérica, el ejército de las comunidades buscó refugio en el interior de Villalar, donde su trama urbana podía mitigar este lastre, y colocó las piezas de artillería en las calles, aunque muchos de los combatientes optaron por retirarse a sus lugares de origen o pueblos cercanos en lugar de pelear.

Antes de que Padilla y los suyos pudieran distribuir completamente sus fuerzas, la caballería al servicio del rey Carlos I lanzó un rápido ataque que acabó con la resistencia comunera antes incluso de que llegara en apoyo de los jinetes la caballería del condestable Fernández de Velasco.

De este modo, los cabecillas de la revuelta comunera, Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, fueron capturados durante la batalla y condenados a muerte, sentencia que se ejecutó al día siguiente.

Tras ser decapitados en la plaza de Villalar, sus cabezas quedaron expuestas en sendas picotas como advertencia a los enemigos de Carlos I.

Tras estos hechos, los soldados comuneros que pudieron huir se dirigieron mayoritariamente hacia a Toro, perseguidos por las mesnadas del conde de Haro. Una parte de estos supervivientes se exiliaron a Portugal por la frontera de Fermoselle (Zamora), mientras que el resto del ejército de la Santa Junta se reunió con el entonces obispo de Zamora, Antonio de Acuña, y María Pacheco, esposa de Padilla, en Toledo, donde reforzaron la resistencia de la ciudad varios meses más, hasta su capitulación en febrero de 1522.

La batalla se saldó finalmente con la muerte de entre 500 y 1.000 soldados comuneros y la captura de otros 6.000 prisioneros.

En recuerdo de aquella derrota, la localidad que la albergó se llama hoy en día Villalar de los Comuneros y, además, cada 23 de abril se celebra el Día de Castilla y León en conmemoración de este hecho.

Asimismo, desde los años de la Transición, Villalar de los Comuneros recibe miles de visitantes que recuerdan la batalla acontecida y se contagian de su espíritu para darle un habitual toque reivindicativo que se une al carácter festivo y folclórico de la efeméride.