Todo cambio de formato lleva implícitos pros y contras por comparación. Dirán que hay demasiadas victorias por tres o más tantos (33 de 126) y eso habla de un bajón en la competición, pero a ningún mal aficionado le molesta ver goles; y dirán que hay demasiados partidos 'trucha', con equipos de baja calaña porque los 'top' sienten que el fútbol les pertenece… Pero a estas alturas del torneo, a falta de un partido, cuando en las fases de grupos estaba el 75 por ciento del pescado vendido, aunque hay muchos con billete a la fase final, solo hay dos equipos con plaza fija entre los ocho primeros y el billete directo a octavos: un Liverpool que jugó con el freno de mano echado ante el Lille y el 'alocado' Barça de Flick.
Remontada
Europa da a los azulgrana lo que LaLiga le quita. En términos absolutos y en pequeños detalles, como el 'penaltito' sobre Lamine Yamal (10 veces inferior en intensidad al que no le pitaron a Koundé en Getafe) que abrió una remontada imposible en Lisboa, cuando el marcador era de 4-2 para el Benfica. El 4-5 final tiene esa firma invisible de Hansi Flick, un técnico que ha resignificado el 'ADN Barça' mezclando el concepto del antiguo dominio con el del vértigo moderno: solo hay dos entrenadores cuyos equipos hayan firmado seis o más partidos consecutivos marcando tres o más goles y el alemán lo ha logrado dos veces, una con el Bayern y esta con el Barcelona (el City de Guardiola llegó a nueve en la 23/24). Con esta idea temeraria del fútbol a pecho descubierto, quizás el camino tenga días de euforia mezclados con otros de decepción… pero el viaje, sin duda, habrá merecido la pena.
Rearmados
El Salzburgo no vale como vara de medir casi nada, pero el Real Madrid aprovecha cualquier resquicio que le brinda 'su' Copa de Europa para rearmarse. Si Vinicíus venía cuestionado, Vinícius hace un doblete. Si Rodrygo aún no había marcado en Champions, Rodrygo hace un doblete. Y con Bellingham en su línea creciente, la del mediocampista ofensivo que marcará una época en este deporte, el Bernabéu volvió a divertirse. Si hay que ponerle un 'pero' a Ancelotti en la gestión, ¿es posible que el Madrid no tenga un solo lateral derecho decente en el filial para que ante un equipo de medio pelo salga Valverde pegado a la banda?
Al límite
Era el duelo de la agonía. Antes de que PSG y City saltasen al Parque de los Príncipes, los franceses ocupaban el 26º puesto con siete puntos y los ingleses, el 24º con apenas ocho. Una situación inverosímil para dos candidatos, los mayores representantes de eso llamado 'clubes estado' del fútbol moderno. Era un partido del que alguien iba a salir malherido. O Luis Enrique o Guardiola… o ambos a la vez. Remontaron los locales un 0-2 adverso y festejaron el 4-2 como medio título: la visita al Stuttgart de la última jornada era puro pánico en París; y ese duelo ante el Brujas en el Etihad es el 'match ball' no previsto para un City que, visto lo visto, ha olvidado cómo defender. Ha llegado un punto en el que ni siquiera la ausencia de Rodri, el hombre que lo sostenía, sirve como respuesta a semejante desastre. En una Champions en la que ni siquiera el Bayern es fiable (un desastre en forma de 3-0 ante el Feyenoord), se abren muchas incógnitas. Es posible, como sostiene la mayoría de analistas, que cuando la vieja Copa de Europa (y sus viejos códigos de ida-vuelta) irrumpa, este laberinto del nuevo formato tendrá sentido.