De colonia pobre... a barrio de lujo

EDS
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El profesor Jesús Bachiller y la arquitecta María Heras publican 'La Barriada: origen y transformación de un barrio popular de la ciudad de Soria'

De colonia pobre... a barrio de lujo - Foto: E.G.M

Hubo un tiempo en el que La Barriada era como un 'pueblo' apartado de la ciudad. El barrio «de nuevo cuño» se levantaba en el extrarradio, alejado del casco urbano de Soria. A 500 metros del entonces Paseo de Invierno (Paseo del Espolón). 

Sus vecinos eran humildes, pobres. Sus casas, económicas, ultrabaratas, habían sido levantadas con «gran sencillez y economía de medios» en un terreno rústico perfectamente elegido por su ubicación estratégica, en el paraje Los Recazones, y estaban pensadas para que las familias jóvenes (y numerosas) que las habitaban pudieran alojarse pero, también, complementar su subsistencia cultivando la tierra y criando animales en el corral/huerto que cada vivienda tenía asociado. 

Las «casas de productores» se distribuían en «un ejercicio de minimalismo arquitectónico» en manzanas perfectamente estructuradas, en torno a doce calles, siguiendo una planificación urbana muy cuidada, escueta y efectiva, que permite un aprovechamiento óptimo del espacio. 

Hubo un tiempo en el que La Barriada era un barrio independiente y autónomo, con sus propios servicios básicos, coniglesia, escuela, dispensario, mercado (con siete puestos)... y hasta hogar del productor. 

Hubo un tiempo en el que La Barriada tenía identidad propia.En lo estético, y en lo social. Incluso en lo emocional. Un tiempo en el que todas las casas eran similares, casi idénticas, «compositivamente equilibradas», con una «estética cuidada» que remitía a una «arquitectura rural, sencilla». Y aunque había «tres tipos de viviendas distintas, que en realidad serían seis, ya que todos los tipos hay una vivienda pareada con su simétrica», todas tenían su corral, su cocina-comedor, aseo, zaguán y tres dormitorios. Con cerramientos de madera de escasa altura y porche que facilitaban la comunicación con el vecino. Con sus fachadas blancas y sus sillares adornando las esquinas.  

Hubo un tiempo en el que el barrio fue «socialmente homogéneo», habitado por familias jóvenes de obreros, jornaleros, trabajadores del sector agrario y la industria, empleados de determinados organismos (como ferroviarios). También, por «personas adeptas al régimen» y «personas de orden o moral, como policías, guardias civiles, policías municipales o funcionarios de prisiones, que ejercían un control social sobre el resto de vecinos [en cada calle vivía una 'persona de orden']». 

Hubo un tiempo en el que existía un sentimiento de pertenencia a La Barriada, una identidad de barrio y una conciencia colectiva. Un sistema de relaciones primarias entre los vecinos. Y los habitantes de La Barriada se apoyaban y ayudaban, convivían, cooperaban, y existía una solidaridad vecinal y una participación comunal que se materializó en 1976 con la creación de la primera asociación de vecinos de la capital, que todavía persiste. 

Ser de La Barriada era un orgullo. Humilde, pero orgullo. Un orgullo que atesoraban los 1.460 residentes que llegaron a convivir en el barrio en 1960 (un 7,6% de la población de la capital). En ese tiempo, allá por los años 50 y 60, La Barriada era La Barriada de Yagüe, en honor a su origen:el barrio formó parte, en época de posguerra, de los planes de construcción de viviendas económicas desarrollados por la Delegación Nacional de Sindicatos, promovidos por el teniente general soriano Juan Yagüe, de quien tomó su nombre original. El proyecto fue redactado por Juan Sendín en el año 1947. En 1951 se entregaron las primeras 183 viviendas, 32 en 1953, y doce más en 1954. Entre 1955 y 1959 hubo varias actas de recepción definitiva hasta ocupar las 302 viviendas previstas. 

La Ley de Memoria Histórica se encargó -años después- de quitarle el 'apellido' de Yagüe. Y el paso del tiempo. Y la evolución social y económica. Y los nuevos planeamientos urbanísticos. Y los nuevos paradigmas de estilo de vida. Y los nuevos modelos de relaciones vecinales... Y, en definitiva, la evolución, se empeñaron en transformar La Barriada. En lo estético, y en lo social. Incluso en lo emocional. 

El barrio pobre... se convirtió en barriada de lujo. Y pasó a ser una de las zonas más valoradas de la ciudad. Y se integró en su entramado urbano.

El paso del tiempo, la evolución, dejó «cambios desiguales y diacrónicos en los distintos ámbitos» en el popular barrio de La Barriada. 

De forma natural, el barrio pasó primero por una fase de despoblación y envejecimiento, al contrario de lo que sucedía en el resto de la ciudad. Entre 1960 y 1996 la pirámide poblacional viró totalmente y los primeros pobladores que llegaron a La Barriada en los años 50 fueron desapareciendo, lo que supuso un cambio en la estructura familiar del barrio. La imagen urbanística, sin embargo, apenas varió entonces, ya que se llevaron a cabo pequeñas reformas en las viviendas. 

Sin embargo, a partir de los años 90 y primera década del siglo, se registraron los cambios más significativos. Confluyen entonces dos cuestiones: la puesta en valor y expansión de la vivienda unifamiliar en la ciudad y su alfoz, y el reemplazo generacional de los primeros propietarios. La renovación generacional del barrio (bien por descendientes de los primeros moradores o bien por nuevos vecinos que adquieren las propiedades) supuso un cambio vecinal que fracturó la identidad y conciencia original de barrio, y transformó también la fisionomía de la vieja colonia. «Las casas de La Barriada pasaron de ser un hogar para vivir a considerarse un solar sobre el que construir una vivienda unifamiliar, con características cada vez más alejadas de su concepción original». 

Se constata entonces un rejuvenecimiento del barrio y un aumento del nivel profesional de los nuevos moradores. Los jornaleros y obreros dan paso a «autónomos y profesionales liberales que perciben La Barriada como un lugar en el que mejorar su calidad de vida». Y, como consecuencia, el barrio empieza a sufrir alteraciones importantes respecto a la disposición de la vivienda original. Se producen importantes reformas que cambian la estética del barrio. 

Este relevo vecinal implica un cambio en el perfil de los moradores, con una tendencia «más individualista» que hace perder buena parte de las relaciones sociales del barrio. «Esa identidad y solidaridad inicial se va perdiendo a medida que entran familias nuevas. Aparecen nuevos intereses que contrastan con lo anterior».

La Barriada, el barrio más popular de Soria, está «vivo», «dinámico». 

publicación. La historia relatada en los párrafos anteriores forma parte del artículo 'La Barriada:origen y transformación de un barrio popular de la ciudad de Soria', un estudio de investigación elaborado por el profesor Jesús María Bachiller Martínez y la arquitecta María Heras Lasanta. La obra ha sido publicado recientemente en la revista 'Eria', de la Universidad de Oviedo.

Este artículo es el desenlace de un arduo trabajo de investigación que comenzó hace años. En concreto, nace al amparo del grupo de trabajo que creó el Ayuntamiento de Soria para redactar el Plan especial de protección de La Barriada.En ese grupo se dio voz a partidos políticos, agentes sociales, constructores, vecinos... y también a los dos autores de esta investigación, Jesús Bachiller, que representaba al Campus Duques de Soria de la Universidad de Valladolid (UVa) como profesor titular del Departamento de Geografía, y María Heras Lasanta, arquitecta del Consistorio capitalino y redactora del plan de protección de La Barriada. 

El plan fue aprobado por unanimidad del Pleno municipal en 2018 y sirvió para poner límites precisamente a esa transformación antes mencionada, protegiendo así La Barriada como el «patrimonio cultural» que es. Pero, además, ese plan sirvió para sembrar unas inquietudes en Bachiller que son el origen de esta investigación, en la que decidió contar con el punto de vista de Heras, lo que ha permitido hacer este «estudio integral» «más transversal».

Para llevar a cabo esta investigación se ha revisado todo el trabajo previo que ya había realizado Heras cuando redactó el plan de protección, así como la base documental existente sobre La Barriada y, también, los padrones de tres momentos históricos: 1955-1960, 1996 y 2023. Se seleccionó 1996, explican los autores, porque es el momento en el que se observa un «cambio de rumbo en el barrio», un relevo generacional que marca la transformación de La Barriada. Es, de hecho, el momento en el que se registra un incremento de las licencias de obra. Además, se llevó a cabo una encuesta a todos los vecinos.

Son múltiples los aspectos que destacan los autores sobre el estudio llevado a cabo, si bien Heras subraya la posibilidad de poder «relacionar» los censos, padrones, estructuras familiar... con la arquitectura. «Ese cruce de datos ha conseguido probar que la transformación arquitectónica tiene que ver con hechos sociales, demográficos, económicos...», destaca. A Bachiller le llama especialmente la atención esa cultura machista que imperaba en los primeros moradores y que se observa, por ejemplo, en las «hojas padronales», donde «ponían antes a los hijos pequeños que a las hijas mayores». También porque, al analizar la ocupación, mayormente ponía a la mujer en «sus labores» y «no había conciencia de que la mujer era población activa y podía trabajar». 

Este estudio promete ser un punto y seguido. Sobre la mesa infinidad de ideas, como «analizar la evolución y transformación urbana de la ciudad» o «compara con otras barriadas».