Han pasado 98 años desde su nombramiento, pero será el próximo 29 de abril cuando Antonio Machado ingrese por fin, de forma oficial, como académico de la Real Academia de la Lengua Española (RAE). Finalmente figurará como uno de los más ilustres ocupantes del sillón V. El acto de homenaje al Hijo Adoptivo de Soria llega cuando se celebra el 150º aniversario de su nacimiento y con el objetivo de saldar una deuda que la parsimonia del autor (que comenzó a escribir su discurso de ingreso dos años después de su designación), los avatares históricos (la proclamación de la II República y, cinco años más tarde, la Guerra Civil), así como las tristezas vitales del poeta de Campos de Castilla, que murió en el exilio en Francia en 1939, y la posterior dictadura del general Franco, hicieron imposible.
Será el actor José Sacristán quien ponga voz a las palabras de un discurso que Machado dejó inconcluso y en el que hizo gala de su particular modestia. «No soy humanista, ni filólogo, ni erudito. Ando muy flojo en latín porque me lo hizo aborrecer un mal maestro. Estudié el griego con amor, por ansia de leer a Platón, pero tardíamente y tal vez por ello con escaso aprovechamiento. Pobres son mis letras en suma pues, aunque he leído mucho, mi memoria es débil y he retenido muy poco», comenzaba ese «desastroso historial de deméritos» al que, 50 años después haría referencia en su escrito de ingreso otro gran poeta, Ángel González. «Es evidente que Machado no está diciendo la verdad: el desarrollo posterior de su discurso, tan rico en erudición e ideas originales, lo desmiente», aseveraba el autor de Palabra sobre palabra.
Lo que sí es cierto es que el poeta asumió la redacción de su discurso ante la RAE como un verdadero ejercicio «de conciencia» que le sirvió no sólo para filosofar (como tanto le gustaba) en torno a su relación con la literatura, sino también como elemento de reflexión sobre la poesía misma.
La lírica centró gran parte de su escrito que en unos días resonará en la voz de José Sacristán. «La poesía es, sin duda, el más alto deporte de la inteligencia, pero acaso también el más superfluo, el más pobre en conclusiones positivas», reflexionó el autor de A un olmo seco. Ante los académicos, a los que trató en su discurso de ingreso como camaradería y cercanía, haciendo uso de expresiones como «quiero deciros» u «os confieso», como a iguales en las diatribas del lenguaje, admitió ser poco sensible «a los primores de la forma, a la pulcritud y la pulidez del lenguaje, y a todo cuanto en literatura se recomienda por su contenido». Para Machado, lo bien dicho sólo le seducía «cuando dice algo interesante» y, asimismo, la palabra escrita le fatigaba «cuando no me recuerda la espontaneidad de la palabra hablada».
Ante esta tesitura, el propio autor de Soledades, galerías y otros poemas confesaba que lo primero en el orden estético «es hacer las cosas bien. Lo segundo, no hacerlas. Lo tercero y último, lo realmente abominable, es hacerlas mal».
Con excepción de algunos poetas, confesaba en su borrador de discurso de ingreso en RAE, «las bellas letras nunca me apasionaron». Tampoco antes de su designación como académico de la Lengua se había formulado siquiera la pregunta de qué es la poesía. «Sin el examen de conciencia a que el acto de presentación ante vosotros me obliga, la poesía no hubiera sido para mí un tema de reflexión», reconocía Antonio Machado en un discurso de ingreso en la RAE que dejaría definitivamente aparcado en 1931, dos años después de comenzarlo. Para el poeta, el arte «es algo más que juego», sobre todo y ante todo es «creación», reivindicando con ello el gran trabajo que hay detrás de cualquier verso. «No es juego supremo sino trabajo supremo», escribió.
Será el director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, el encargado de dar la bienvenida (por fin) al autor de La leyenda de Alvargonzález como integrante de pleno derecho de una entidad por la que han pasado los más grandes escritores en lengua hispánica con una ponencia que llevará por título Los Machado en la Academia. Tras la lectura del discurso que efectuará en su nombre José Sacristán, será otro el dramaturgo y también académico de la RAE Juan Mayorga el encargado de poner voz al texto de contestación que elaboró en su día José Martínez Ruiz, Azorín, un autor por el que Machado sentía una especial admiración.
Ya en el año 1989, con Miguel Alvar al frente de la RAE, esta institución hizo una primera lectura del discurso de ingreso que Machado nunca pudo leer en persona. Sin embargo, este nuevo acto tiene quizá, si cabe, más sabor de homenaje, pues lo cerrarán dos grandes machadianos: Alfonso Guerra, comisario de la exposición Los Machado. Retrato de familia que acogerá la sede de la RAE, y Joan Manuel Serrat, que será el encargado de ofrecer un recital con los poemas del autor de Campos de Castilla.