#OPINION De angelotes y papamóvil

Silvano Andrés de la Morena
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Casi siempre, los liderazgos auténticos son aquellos capaces de convencer a la masa con argumentos sólidos para hacerle ver que tal o cual cosa no procede

Pobres angelitos esos angelotes. Y angelito quien iba en la trona lanzando bendiciones a los mortales, no se sabe si en latín litúrgico pretridentino, en castellano gongorino o con el silencio aconsejablede la comunicación kinésica. Siempre he pensado que, para escribir, mejor alejarnos del ruido ambiental y de las emociones estériles. Pero el hecho es que, el mismo día que se volvía a emprender con optimismo y esfuerzo, como cada año desde hace diecisiete, el gran acontecimiento estival de Soria, donde se junta poesía, culturaabierta, pasión, creación e intercambio, saltó a la prensa una noticia que afeaba el ser de nuestra ciudad. Alguna barbaridad se había cometido en la ermita de El Mirón y los titulares bullían desde el primer momento, al tiempo que lo comparaban con la fechoría de hace unos años en la pintura mural de la Borja aragonesa, no muy lejos de la Castilla oriental. El nuevo estropicio pictórico saltaba como noticia por primera vez en El Confidencial y mi reacción fue de incredulidad. No eran, precisamente, los Santos Inocentes. Empecé a buscar en otros medios y atónito me quedé: El País, La Vanguardia, ABC y hasta The Guardianlondinense, que lo titulaba así: "La renovación fallida de una iglesia española deja a los querubines con cara de sorprendidos". Prefiero no preproducirlos titulares hispánicos. 

El hecho eclipsó en toda la prensa de fuera de Soria el gran acontecimiento de Expoesía 2024. Ante la expansión de la proeza restauradora, las reacciones fueron inmediatas, tanto del obispado, que lo justificaba con palabra escasamente evangélicas y cerrando la ermita, no se sabe si conscientes de la chapuza o por otras razones bíblicas, a organismos y entidades oficiales de conservación y patrimonio, que no se enteraron (o eso parecía) de lo que se había pintado hasta que fue publicado en los medios. "¿Otro Ecce Homo en Soria? Los angelotes restaurados del Mirón revolucionan las redes", era el titular que un amigo me plantó ante mis ojos a quinientos kilómetros de Soria.
Ha pasado, ha pasado. Pero que sepamos sacar una lección y que quienes tienen la responsabilidad sean capaces de aceptar el error y rectificar el pecado, que todo se perdona cuando se sabe corregir. Que sirva para no precipitarse en el futuro y que actúen, también en el arte quienes han de hacerlo, con mesura, tras calibrar todo lo derivado de decisiones precipitadas o no mesuradas.
Palpitante aún ese resultado angelical, cuando Expoesía estaba en pleno ecuador, nos saltaba de nuevo a la prensa otra foto evitable del todo. Vivimos, afortunadamente, en una sociedad de libertades pero todos, especialmente los cargos públicos, más quienes se jactan de modernidad y otros sustantivos, han de saber evitar lo que les pide la pasión inmediata o frenar los estímulos que la multitud arenga teatralmente desde fuera. Casi siempre, los liderazgos auténticos son aquellos capaces de convencer a la masa con argumentos sólidos para hacerle ver que tal o cual cosa no procede. Hasta para las bromas hay que tener estilo. El mejor humor es el que supera cualquier circunstancia, no hiere sensibilidades e incluso se ríe del que lo hace. Por todo ello, además, carece de sentido querer justificarse reprochando la crítica del adversario político, cuando es lo esperable en una sociedad plural, más todavía en un ambiente político excitado y cuando todos los partidos, sean del signo que sean, lo hacen cada día.

Ecce Homo. El de los blanqueados en el interior de la ermita de El Mirón y el del alcalde de la capitalsentado con escobilla excremental que no pintaba nada tan arriba teatralizando. Dos Ecce Homo en imágenes expandidas fuera de Soria, que despellejan nuestra imagen del Alto Duero y, por lo tanto, no ayudan lo más mínimo a la estampaserena de nuestra ciudad, en pleno verano, cuando nos visitan cientos de turistas, para muchos de los cuales poesía, Duero, arte o Machado (incluido El Mirón, donde paseó a Leonor) son referentes impolutos.
Por desgracia, ahora y casi simultáneos, los hechos, nada triviales, han sido obra de una institución y un cargo público relevantes. No lo han sido de ciudadanos anónimos. Rectificar es de sabios y no vale, creo sinceramente, el "no es para tanto". Que los angelitos de la ermita vuelvan a serlo en su origen y que las teatralizaciones triviales de púlpito móvil, papal o "alcaldal", queden para los profesionales de la comedia. Soria se merece otra estampa. Y la tiene.

 

ARCHIVADO EN: Soria, Expoesía, La Vanguardia