Una de las noticias económicas positivas del final del verano ha sido la contención del Índice de Precios al Consumo (IPC), teniendo en cuenta que la inflación se moderó seis décimas en agosto respecto a julio, hasta el 2,2%, según el dato adelantado publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Es la tasa más baja en un año, un dato «positivo» pero que tardará en tener un impacto real en la economía de los hogares. De hecho, los sorianos pagan un 2,9% más por los alimentos que hace un año, tal y como reflejan los datos relativos a los índices provinciales de subgrupos de julio, los últimos datos publicados -a mediados de septiembre se sabrán los de agosto-.
«Aunque el IPC haya bajado al 2,2% debido a la caída de los precios de los alimentos y los carburantes, el impacto de esta contención generalmente no es inmediato para los hogares. El hecho de que la inflación haya disminuido y que los precios no estén aumentando tan rápidamente no deja de implicar que están incrementándose y los consumidores siguen pagando más por los mismos productos que hace un año», subraya el profesor del Departamento de Economía Aplicada de la Facultad de Ciencias Empresariales y del Trabajo de Soria, Víctor Hernández Andrés.
En este sentido, el economista advierte de que para que los consumidores perciban una mejora real, los salarios «deberían crecer, al menos, al ritmo de la inflación». De no ser así para compensar los precios más altos de los bienes y servicios, los hogares continuarán sintiendo la «presión» en su poder adquisitivo como así sucede.
«Por ejemplo, los contratos de suministro de energía y gas, alquileres, y otros gastos pueden estar fijados a medio o largo plazo y, por tanto, no reflejan rápidamente esa contención de la inflación», puntualiza.
Así las cosas, los sorianos no solo asumen un desembolso mayor que hace un año a la hora de comprar alimentación, como se indicaba al inicio, sino que hacen un mayor esfuerzo en todos los bienes y servicios, excepto en herramientas y equipos para el hogar, que anotan una bajada del 1,5% y en telefonía, con una reducción del 10,5% de los precios (índices por subgrupos que recoge el INE).
Cabe reseñar la incidencia de las rebajas estivales, con una bajada de precios de un 7,7% en el vestido y un 7,4% en calzado en el mes de julio en Soria, y de la electricidad, gas y otros combustibles, que apuntaron una caída del 4,3%. En estos porcentajes hay que buscar los motivos de la moderación del IPC, hasta el 2,4% en julio en Soria, y el citado 2,2% a nivel nacional en agosto.
Para la Federación de Organizaciones Empresariales Sorianas (FOES), la contención del incremento «desproporcionado» de la inflación estará condicionada por el ritmo al que el Gobierno revierta las medidas antiinflacionistas implantas y por la evolución de los costes de las materias primas en los mercados internacionales.
Por ello, desde la patronal aluden a conflictos como el Ucrania y Rusia, que ya se prolonga por dos años y medio, y que afecta a los valores de combustibles y carburantes, o de los cereales, además de añadir «incertidumbre» por posibles problemas de suministro.
Respecto a las medidas adoptadas por el Gobierno, el profesor de Economía alude a medidas como la reducción del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) en los alimentos básicos, lo que sí incide directamente en la minoración del costo de la cesta de la compra y redunda en un mayor poder adquisitivo de los ciudadanos, que pueden comprar más bienes con los mismos ingresos.
Antes de la escalada. Sobre la posibilidad de que el frenazo de la inflación de este verano suponga a futuro volver a la posición previa a la escalada del IPC, el profesor Hernández Andrés aclara que hay que distinguir entre inflación y nivel de precios. La primera mide la tasa de cambio de los precios, es decir, lo que varían en los bienes y servicios en el economía. La segunda es el costo absoluto de esos productos en un momento dado. «El descenso de la inflación en agosto al 2,2% no necesariamente implica que los precios vuelvan a los niveles previos a la escalada inflacionaria. La disminución de la tasa indica que los precios suben más lentamente que antes [...] Para que los precios vuelvan a niveles anteriores, necesitaríamos una deflación, es decir, una caída sostenida en los precios generales, lo cual no es una situación deseable ni probable en la mayoría de los contextos económicos actuales», argumenta el economista.
Respecto a la evolución a la baja de la inflación subyacente (2,7%), aquella que calcula la evolución de los precios sin tener en cuenta la energía ni los alimentos frescos, es un indicador para prever la tendencia a más largo plazo.
«Desde una perspectiva global, una inflación subyacente al 2,7% puede ser una señal positiva para los hogares. Sobre todo, si analizamos su evolución a la baja en el último año y la sintonía en este aspecto con la inflación general, ya que sugiere una menor presión en los costes de los bienes y servicios esenciales», explica el profesor del Departamento de Economía Aplicada.
¿Fin de la crisis? En cuanto al hecho de que la moderación del IPC sea una señal para el final de la crisis inflacionaria, Víctor Hernández considera que «no es suficiente por sí sola». «Es importante que la tendencia se mantenga en el tiempo y que se resuelvan los factores estructurales y externos de estabilidad geopolítica que han impulsado esta inflación y que, previsiblemente, continuarán en los próximos meses. En todo caso, permite ser más optimista de cara a los hogares y las empresas», argumenta.
Sobre la repercusión en el tejido económico soriano, desde La Federación de Empresarios recuerdan que la subida de precios ha tenido un mayor impacto en sectores como la hostelería, el turismo, el ocio y los servicios, ya que los costes laborales han crecido más que la productividad y ha habido más demanda, lo que ha desembocado en la presión inflacionaria observada en los últimos meses en estos sectores. «No prevemos que los precios de estos servicios bajen, tampoco que suban, dada la elevada incidencia del coste laboral sobre los mismos», confirman desde la patronal.
Las organizaciones empresariales también se refieren al desajuste entre la oferta y la demanda de vivienda lo que ha provocado un aumento en los precios de alquiler y compra, «siendo Soria uno de los lugares de España donde más han crecido los precios». A su juicio, su estabilización dependerá de las condiciones de acceso a los préstamos hipotecarios y a la estabilización de los tipos de interés [ver página 8].
«En nuestra opinión, en general, no esperamos mayores subidas para lo que queda de año, si bien desde FOES recomendamos prudencia y confiamos en que el Gobierno no adopte medidas que supongan un encarecimiento adicional de los costes para las empresas -sobre todo laborales- y trabaje por generar una certidumbre regulatoria mayor a la existente», concluyen.
Hipotecas. Aunque los sorianos encaran la cuesta de septiembre con una cesta de la compra más cara que hace un año, con la esperanza de las consecuencias positivas de la contención de la inflación en un futuro, una de las buenas noticias económicas es que el noveno mes del año ha registrado la mayor caída del euríbor desde 2013, lo que supone un sustancial alivio para los hipotecados.
Así las cosas, el euríbor se sitúa en el 3,07% (dato del 4 de septiembre), mientras que un año antes el interés se situaba en el 4,23%. Tal y como explica el director de Negocio de Caja Rural de Soria, Ismael Ruiz, la hipoteca media en la capital soriana se halla en unos 150.000 euros a 30 años, por lo que la reducción del tipo que se aplica a los préstamos para la compra de viviendas supone un ahorro medio de 1.176 euros al año, es decir, 98 euros al mes.
Cabe señalar que las cuotas acumulan ya cinco meses consecutivos reduciéndose, pero esta vez la caída ha sido mucho más pronunciada de lo habitual.
Por ello, apostilla el director de Negocio de Caja Rural de Soria, el volumen de fincas hipotecadas «se está disparando». Los datos del primer semestre de 2024 que maneja, cuya fuente es el Instituto Nacional de Estadística (INE), señalan que en la provincia de Soria se han formalizado 444 hipotecas sobre fincas urbanas con un importe total de 44,6 millones, mientras que en el mismo periodo de 2023 fueron 435 por 49,7 millones de euros. En todo el ejercicio pasado se firmaron 741 hipotecas por un montante de 86 millones. «Este año, si sigue así, aumentará, estará sobre los 90 millones [...] En el primer semestre del año, el 52% de los préstamos hipotecarios se han rubricado con Caja Rural de Soria y el año pasado fue el 51,7% [...] Estamos en máximos desde 2010», puntualiza Ruiz.
En cuanto al modelo de hipoteca que eligen los sorianos, el 90% se decanta por préstamos a interés fijo o mixto, y solo un 10% opta por el tipo variable. El responsable de la entidad financiera matiza que entre la gente joven, hasta los 36 años, es más habitual que se formalicen las hipotecas a tipo de interés fijo «porque lo que quieren es seguridad». Sin embargo, a partir de los 40 años y para aquellas rentas más altas, la fórmula suele ser la hipoteca mixta, es decir, en el primer tramo (cinco o diez años) a tipo fijo y después, variable. «Depende del perfil del cliente. Pero variable prácticamente no se firma nada [...] La gente busca seguridad, cuotas de entre 400 y 500 euros, algo más para las rentas medias-altas. Y nos comentan la calidad de la prestación del servicio de Caja Rural de Soria, por horario y por la atención personalizada», concluye.