El mes de agosto del año 2020 fue el momento en el que Jordi Lluelles se puso al mando del Balonmano Soria. En su primer entrenamiento dejaba un mensaje. «Tenemos una directiva que sabe de balonmano y nunca está vendiendo el ascenso, pero hay ilusión y se está trabajando para conseguirlo», aseguraba a los medios en la pista del San Andrés. Ser precavido siempre ha sido su seña de identidad.
Era difícil de imaginar que un tímido técnico que llegaba de entrenar al Oviedo en la misma categoría el pasado año iba a iniciar un camino que cuatro temporadas después ya se puede definir como la etapa más exitosa de la historia del club. En su haber hay unos números que indican que, sacando de la ecuación la aventura en División de Plata, solo cuenta con ocho derrotas en casi tres ligas completas de Primera Nacional.
Ese dato habla de la regularidad de un equipo que se ha acostumbrado a ganar. Acumula ya dos fases de ascenso y se puede dar por hecha la tercera tras una liga en la que actualmente cuentan con 25 victorias en otros tantos partidos. Ya tienen el récord de triunfos consecutivos y buscan un 'pleno al 30' que les haga pasar a la historia. «Eso es solo la copa Chupa Chups», afirma Lluelles quitándose importancia.
Tras anunciar su marcha del equipo al final de esta temporada y, aunque jamás lo reconozca en público, buscará un nuevo ascenso a la segunda máxima categoría del balonmano español como un regalo de despedida para Soria para cerrar una espectacular trayectoria.
La decisión. El pasado 21 de marzo, Jordi Lluelles anunciaba su marcha del BM Soria para ser segundo entrenador del BM Torrelavega en Asobal. «Es un salto a la élite, un lugar en el que aspiran incluso a estar en Europa», explica ahora. «Es una decisión difícil porque en Soria me siento muy querido, pero los trenes no pasan siempre», añade.
Durante los días posteriores ha notado ese cariño. «Me paran por la calle y se despiden, pero les recuerdo que todavía queda temporada», destaca el técnico. Aunque la decisión se comunicó a los medios de comunicación de forma reciente, en el club lo sabían desde hace meses. «Los jugadores fueron los primeros en saberlo, se lo debía», desvela.
Reconoce que nunca es algo agradable comunicar su marcha a la directiva, pero celebra que lo recibieran de la forma adecuada. «El club lo entiende, aunque no lo comparte, pero se agradece la confianza y el buen trato en todo momento», aclara Lluelles. Son conscientes de que la temporada todavía no ha terminado y que llegan los momentos decisivos.
El camino. Cuando pasen un par de semanas, el Balonmano Soria conseguirá su tercera fase de ascenso a Plata en cuatro años. «Esto no es solo éxito mío, el club ya llevaba una evolución constante en los últimos tiempos», comenta el técnico. «Desde Richard cuando se ascendió a Primera Nacional, pasando por Dani Bandrés y ese paso que dio de profesionalismo, hasta incluso Rodrigo Llordén que quedó segundo en una liga cancelada», enumera. «Todos han sumado para el equipo», añade.
Entre todos sus recuerdos está el del único ascenso a División de Plata. «Nos tocó el año más difícil con una división de grupos que nos perjudicó», lamenta. «Sirvió de experiencia y estoy seguro que el equipo puede aspirar de nuevo a estar en esa categoría», sentencia. Sería el broche de oro. «Los jugadores están haciendo un buen año, pero queda lo más difícil», advierte.
Serán sus últimos ocho partidos, otras tantas maneras de despedirse, de decir adiós al que por números es el mejor entrenador de la historia del Balonmano Soria, aunque Jordi Lluelles jamás lo quiera reconocer.