La investidura de Salvador Illa ha hecho olvidar de repente todos los vaticinios acerca de que Pedro Sánchez le dejaría caer y permitiría a Carles Puigdemont ser presidente de la Generalitat para mantener el apoyo parlamentario de los siete escaños de Junts, esenciales para sostener su gobierno en el Congreso. Nada de eso ha ocurrido y ahora toca recomponer los pactos con los dos partidos independentistas catalanes. Con Cataluña en vías de enterrar el 'procés' Pedro Sánchez tiene nuevos argumentos para continuar su labor de gobierno y mantener la actual política de alianzas, porque todas las encuestas prevén que Sánchez tendría pocas posibilidades de firmar un tercer acuerdo Frankenstein. Con Feijóo en La Moncloa los partidos independentistas tendrían que decir adiós a cualquier posibilidad de participar en la gobernabilidad de España. A no ser que… Ya se sabe que la política hace extraños compañeros de cama. O no tan extraños cuando se trata "de partidos cuya tradición y legalidad no están en duda" (Esteban González Pons sobre Junts), y con el PNV cambiando de bando una vez más.
Como era previsible, el cambio de un gobierno independentista por otro 'españolista', en términos de Junts, traerá consecuencias para la estabilidad parlamentaria del Gobierno de Pedro Sánchez. ¿Facilitará el partido de Puigdemont la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para el próximo año? La decisión de Junts puede aplazarse hará la celebración de su próximo congreso a finales de octubre para recomponer la estrategia del partido ante la nueva situación en Cataluña. Lo que no van a aceptar es un café para todos en financiación autonómica que rebaje la singularidad financiera de Cataluña. ¿Bloqueará Junts las iniciativas del Gobierno en el Congreso hasta provocar un adelanto electoral? Sin duda haría un mal negocio si la alternativa es un gobierno de derechas. Y lo mismo le ocurre a ERC. En la fortaleza que les dan los 14 escaños independentistas está también su debilidad.
La pactada y pretendida soberanía fiscal de Cataluña será el eje del debate parlamentario en el nuevo periodo de sesiones, en contra de la que también están algunos socios del Gobierno dentro de las filas de Sumar, además del debate interno que suscita en el PSOE. Por fin, el PP ha encontrado un asunto de enjundia en el que realizar una labor de oposición consistente, dada las consecuencias que tendría para el conjunto de las comunidades autónomas, lo que le permitirá aflojar la tensión en asuntos de menor cuantía y de dudosa eficacia política como el "caso Begoña Gómez" o, más recientemente, la supuesta connivencia del Gobierno en volver dejar escapar a Puigdemont, porque el pacto fiscal con Cataluña supone un "desafío nacional" en palabras de Alberto Núñez Feijóo, que a su juicio solamente hay una forma de afrontar, mediante unas elecciones generales que Pedro Sánchez no está dispuesto a convocar. Por el momento, Feijóo prefiere la cacofonía al programar una conferencia de presidentes de las autonomías que gobierna cuando ha insistido y logrado que Sánchez convocara la oficial.
A la vuelta del verano a Pedro Sánchez le toca ponerse a gobernar. Ya no hay procesos electorales a la vista y con la presidencia catalana resuelta se abre una nueva etapa en la que ha de aclarar cuáles son sus apoyos parlamentarios, hasta donde llegan y para que causas.