El cementerio municipal de El Burgo de Osma esconde entre sus muros numerosas curiosidades que Jesús Alonso, doctor en Historia del Arte, descubre a El Día de Soria. Destaca las obras de Emiliano Barral, un escultor muy representativo del realismo castellano de principios del siglo XX. En el camposanto se pueden encontrar de este autor dos sepulturas. Una de ellas es el panteón de Raimundo Rodrigo, en el que se representan las tres virtudes teologales: la fe que está en el centro, tiene los ojos vendados con un ligero paño y lleva en su mano izquierda un cáliz y en la derecha un cayado pastoral apoyado en el hombro; la esperanza, que lleva el ancla; y la caridad, que protege a unos niños, como es usual en esta iconografía.
La otra obra es la sepultura de Victoriano Corredor, aunque no tan destacada. «Fue un maestro de El Burgo que estuvo activo en la escuela durante 45 años. Es el mismo persona que que tiene el busto en el patio de la antigua Universidad de Santa Catalina», comenta el experto. En la sepultura puede verse la cabeza del maestro, muy parecida a la que también Barral esculpió para la universidad. «Tiene el rostro ya mayor, enjuto, calvo, con muchas arrugas en la cara y en el cuello... También muy realista», detalla sobre esta obra. Estas son las dos esculturas de Barral en el cementerio burgense, «lo más interesantes desde el punto de vista del interés artístico».
beneficiados y canónigos. La capilla más importante -aunque no la primera que se construyó- es la central, de titularidad del Cabildo de la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de El Burgo de Osma. «Allí están enterrados no todos, pero sí algunos de los beneficiados y canónigos de la catedral», comenta.
Las curiosidades del cementerio de El BurgoEl primer enterrado fue José Aguilera, en 1928, un beneficiado. El último de los enterrados en esta capilla central fue el popular José Arranz, que fue presidente del Cabildo, canónigo archivero y falleció el 12 de marzo de 2018. Habría una veintena de enterrados ahí, como los hermanos Jesús y Ángel Cecilia, que fueron importantes músicos de la catedral; y Cayo Lozano, organista de la seo. La capilla es de inspiración clasicista, con planta centralizada de cruz griega y una cúpula de media naranja en el centro.El retablo es del siglo XVIII y hace dos años la pintura, datada en ese mismo siglo, fue robada y no se ha recuperado.
El cementerio de El Burgo de ubica junto al Seminario Diocesano, en una cuesta elevada. El experto comenta que hasta el reinado de Carlos III, a finales del siglo XVIII, los enterramientos se realizaban fuera de las iglesias o en zonas habilitadas a su alrededor. «Hubo un cementerio que estaba adosado al claustro de la catedral y que se conocía con el nombre del Parral porque había parras y de ahí viene lo de 'irse al Parral'», comenta. Posteriormente, el actual se ubicó en un alto de la población, adaptándolo a la nueva normativa sanitaria que entró en vigor a partir del siglo XVIII, aunque este es mucho más reciente. Es de propiedad municipal desde los años 80 y en su momento fue construido por el Cabildo de la Catedral.