Cuando mi nieta me dedica un tipo sonrisita dulce, que ya hemos convenido en llamar 'la carita de pedir' intuimos ambos lo que va a ocurrir; el abuelo se rinde y la pequeña dictadora se hace con unos chuches, un helado o lo que sea. Inevitable. Pero ella sabe que si el capricho termina en la basura, porque no era más que eso, la 'carita de pedir' se desactiva y en los próximos días deja de funcionar. «No te compro nada que luego hay que tirarlo».
Soria es una provincia que siempre demanda recursos. Bueno, las demás también, pero está claro que los nuestros son más perentorios y nos hacen caso de Pascuas a Ramos y sobre todo en esas favorables circunstancias que vienen marcadas por remesas de fondos europeos. Hemos atravesado más de una vez periodos de vacas gordas y no hemos sabido aprovechar las oportunidades que se brindaron. Hace unos días se confirmaba que la Diputación ha desperdiciado una importante cantidad destinada a la mejora de la prevención y servicios contra incendios. No ha habido respuestas convincentes desde el equipo de Gobierno que preside Benito Serrano, como no las ha habido nunca, que yo recuerde, en otras instituciones que han tropezado en esta misma piedra.
A menudo el problema radica en la lentitud de quelonio que exhiben los departamentos institucionales. Burocracia decimonónica que, no obstante enraíza en la clase política que, al fin y al cabo, es la que responsable de que, el mecanismo del que se hace cargo cuando gana las elecciones su partido sirva para algo más que para colocar a los compañeros que se han quedado sin escaño como asesores que, o asesoran poco, o no saben por dónde les da el aire  o, lo más probable, que les importe un pimiento si viene del sur o del norte. Si algo funciona sin tropiezos es la transferencia de las nóminas a fin de mes. Es cierto que, a menudo estas aportaciones vienen aparejadas con unas fechas de aprobación de proyecto, ejecución y justificación del mismo que resultan un poco asfixiantes y a los primeros que les da 'el flato' es a quienes no están acostumbrados a trabajar contra reloj. Aunque el reloj sea de arena. 
La conclusión de estas líneas podría tener moraleja o ser como las fábulas de Esopo o de Samaniego y me temo que no nos dejaría bien parados ni con expectativas de mejora. La 'carita de pedir' ya no servirá para nada si nos ponen en las narices las inversiones desperdiciadas. ¿Para qué te voy a dar si luego no eres capaz de gastar con criterio los millones? Pero descuiden que a nadie se le ocurre un plan de mejora de la eficacia de la administración pública. Mi nieta, sin embargo, con apenas 8 años, ya se sabe la lección. Aprende rápido.