Unas «labores rutinarias de mantenimiento» en el yacimiento de Numancia han sacado a la luz «la primera alusión a una mujer» y se ha localizado en una inscripción en roca arenisca. Se trata de Antonia Secunda, que vivió entre los siglos II y III d.C., «el denominado Principado», más concretamente, «al final del Alto Imperio, ya casi entrando en la decadencia del Imperio Romano Occidental». Nada más se sabe de ella, apenas su nombre dejado en lo que se considera puede ser una placa y su ciudadanía romana, pero con la certeza de que es la única reseña femenina localizada en el propio yacimiento, concretamente entre las manzanas XV y XVI.
Su descubrimiento, realizado en septiembre de 2021 y dado a conocer ahora a través de la Universidad de Oporto con la publicación de 'La epigrafía romana de Numancia. Una revisión crítica', del arqueólogo soriano Alejandro Antolín Abad, podría ser «el comienzo» para ofrecer un esbozo del papel de las féminas en tiempos romanos. «Por desgracia no tenemos casi información. La mujer en época romana estaba relegada a labores domésticas, por eso la alegría de encontrar un testimonio como éste es mayor porque no suelen dejar testimonios arqueológicos», explica Antolín Abad a El Día de Soria. Y lanza como un deseo: «Ojalá sea el precedente de muchos estudios de este estilo para ofrecer justicia a las grandes infravaloradas de la historiografía que son las mujeres a lo largo de la historia».
El arqueólogo soriano incide en que esta pieza es «el único [testimonio femenino] del que tenemos certeza, a día de hoy, que ha aparecido y que procede de Numancia». En este sentido rememora el descubrimiento realizado hace unos años «en la fábrica de la iglesia de Renieblas de un altar votivo dedicado a una adolescente de 16 años llamada Valeria» y que, «por proximidad con el yacimiento, algunas veces se ha relacionado con él». Lo cierto es que, según explica Antolín Abad, es «complicado» conocer su procedencia, pues «no sabemos en qué contexto estaba esta pieza, ya que no está en su posición original». También debido a que entre Numancia y Renieblas «hay varios asentamientos rurales a los que podía pertenecer esta piedra». Al respecto observa que se trata de estelas que se encontraban en cementerios privados de época romana y que durante la Edad Media «se saqueaban y se colocaban en la factura de iglesias o ermitas como símbolos apotropaicos», esto es, como amuletos, pues se les atribuían propiedades mágicas para bien alejar el mal o propiciar el bien.
arrojar luz. De lo que sí hay certidumbre es de que este descubrimiento «arroja algo más de luz sobre una época muy poco conocida de la evolución del yacimiento, que son esos siglos II y III d.C.». El arqueólogo soriano sostiene que hay dificultad a la hora de analizar ese período: «Hay un descenso en cuanto a los restos arqueológicos, pero luego la epigrafía nos da otros datos: nos dice que en esa época hay una actividad en el yacimiento. Evidentemente, nos está hablando de que tiene una continuidad poblacional y de que hay cierta liquidez económica porque se están encargando este tipo de piezas; comienza la producción de toda esta epigrafía».
Y, como bien dice, «es el interés que tiene la epigrafía, que te conecta directamente con una persona de hace 2.000 años y que, por lo que sea, quiso dejar escrito allí su nombre o lo hizo alguien por ella». En la actualidad se conoce poco más de una veintena de nombres procedentes del yacimiento y con esta investigación se ha abordado de nuevo la epigrafía numantina y elaborado un nuevo corpus. En este mismo ámbito se está desarrollando un estudio «complementario» al ya publicado, además de otros trabajos sobre Numancia que se encuentran en fase de desarrollo.
relieve inédito. Cuando «aparecen nuevas piezas» los arqueólogos tienen otra ardua labor por delante: revisar las ya conocidas. Fue «durante ese proceso cuando nos dimos cuenta de que había un relieve que se nos había pasado por alto», algo que puede ocurrir con frecuencia porque a veces se trabaja sobre piezas deterioradas. Se ha encontrado en el referido altar votivo de la joven de Renieblas. «Es muy interesante, es un simpulum, un cucharón muy grande que se utilizaba para hacer libaciones, es decir, para verter líquidos sobre aras (altares)». Se encuentra «en uno de los laterales de la pieza» y tiene «unos 25 centímetros». Un detalle más ya documentado que permitirá conocer mejor a una parte de los habitantes del yacimiento de Numancia y que no siempre son los aguerridos celtíberos.