Víctor Arribas

VERDADES ARRIESGADAS

Víctor Arribas

Periodista


Una cosa y la contraria

24/11/2024

Los cambios de opinión sobre asuntos trascendentales de nuestro país son la seña de identidad de los actuales gobernantes, capitaneados por el gran camaleón con piel mutante. Lo de Cataluña era rebelión un día, pero pocos años después ya no lo era porque interesaba estar a bien con los que se rebelaron. Los populistas jamás serían parte de un acuerdo, pero al poco tiempo eran dignos de abrazo y de compartir el gobierno del caos. La amnistía jamás se concedería, y la tenemos ya olvidada tras aprobarse en las Cortes. Antes, cuando a las cosas se las llamaba por su nombre, todo esto eran mentiras o falsedades, ya que aún no se habían popularizado los bulos. Pero hoy son tratados, ya ven, como diferentes estados de opinión que van cambiando según gire el eje de los intereses del que manda. Es lo que ha pasado esta semana con los peligrosos ultraderechistas europeos Meloni y Orban, que han pasado de ser apestados despojos de una ideología neonazi a respetables gobiernos de los Veintisiete que tienen derecho a gozar de un comisario en el nuevo ejecutivo de Von der Leyen. Y no se nos ocurra sostener que es contradictorio decir una cosa y hacer la contraria: una nube de activistas con pantallas y websites se cernirán sobre nosotros al toque de corneta.

Con los socios que sostienen esta peculiar y divertidísima legislatura pasa algo parecido. ¿Qué se ponen pesados para que se mantenga el sablazo a los bancos y las compañías de la energía?. Pues se les promete mantenerlo. ¿Qué la otra parte de Frankenstein pide eliminar el impuestazo para no castigar más a las empresas de sus territorios?. Pues a ellos se les ofrece lo contrario, el mismo día, en el mismo lugar y a la misma hora. Total, la mano derecha que es más torpe ni se entera de lo que hace la izquierda. Y así vamos ganado un día más en esta agonía de marcado cariz marxista, de los hermanos Marx, por supuesto.

Lo de Europa va a ser la cuadratura de todo este galimatías de engaños y cubiletes con bolitas amañadas debajo. La futura vicepresidenta con despacho en Bruselas va a pasar de encabezar las manifestaciones ecologistas antinucleares, a defender que hay que relajar los plazos para el cierre de las centrales. En la capital comunitaria todo es más pragmático que en el terruño, donde vale cualquier demagogia. Luego aprobarán cualquier normativa para anclar los tapones a las botellas de plástico, para evitar que sigamos viendo en las playas los cientos de miles de millones de tapones que contaminan el medio ambiente, y santas pascuas. Y no nos desviamos mucho de la realidad si vaticinamos que la prohibición del coche de gasolina mutará en una defensa de su industria. Una cosa y la contraria tienen de por medio algo importante: el sillón. Lo que pasa es que debajo de los cubiletes lo que hay no son bolitas negras, sino el dinero de los contribuyentes.