La futura comisaria de la Unión Europea doña Teresa Ribera sólo percibirá, mensualmente, unos 27.000 euros. Tendrá que sacrificarse y vivir varios días a la semana en Bruselas, fuera de Madrid, aunque para compensar esa molestia tendrá una indemnización de poco más de 4.000 euros mensuales. Además, tendrá que afrontar la mudanza. Menos mal que la Unión Europea, sensible a los gastos que lleva consigo cualquier mudanza, le abonará dos mensualidades, unos 54.000 euros, que tampoco es demasiado, teniendo en cuenta que la distancia entre Madrid y Bruselas es superior a los 1.500 kilómetros, en automóvil.
Otro de los inconvenientes y molestias es que su marido, consejero de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, tendrá que asistir a Madrid a alguno de los consejos, y aunque el teletrabajo ha aliviado bastante la obligación presencial, al menos una o dos veces al mes tendrá que estar en Madrid, con el lío correspondiente de los aviones, teniendo en cuenta que, aun viajando en business, el vuelo pasa de las dos horas.
Alivia saber que el esposo de la nueva comisaria es un hombre progresista, y que no protestará por estas molestias en una convivencia normal. Y nos tranquiliza, asimismo, que la ideología progresista borra cualquier agravio comparativo de sueldos, porque la nómina del marido será inferior al de la esposa, debido a que los sueldos en España son más bajos, y él sólo tiene una nómina de unos 12.000 euros mensuales. En cualquier pareja de la fachosfera esto supondría una ofensa machista, pero la ventaja que tiene el progresismo de izquierdas, en su lucha por mejorar a las clases más desfavorecidas, es que estos inconvenientes están superados.
Por último, habría que defender a la nueva comisaria española, tan atacada últimamente por la derecha. Es cierto que doña Teresa Ribera siempre ha sido una militante apasionada en la lucha contra la energía procedente de las centrales nucleares. Hace sólo un par de meses, en el Consejo de Ministros, salió adelante el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, donde doña Teresa planeaba cerrar todas las centrales nucleares españolas. Pero que nadie crea que ha cambiado sus principios por una nómina. En absoluto. Se ha dado cuenta que Alemania hizo lo mismo y, ahora, está instalando nuevas centrales nucleares. Y doña Teresa Ribera no es nada tonta.