Cuando las conversaciones de paz en Ucrania pueden haber entrado en su momento decisivo sin que la UE se siente a la mesa, cuando no se conoce la deriva que tendrá la guerra arancelaria desatada por Trump, ni el futuro de la defensa europea, además de proseguir las matanzas en Gaza ante la imposibilidad europea, la reunión del Partido Popular Europeo que comienza en Valencia corre el riesgo de convertirse en un nuevo debate hispano-español de esos que el PP de Alberto Núñez Feijóo traslada a las instituciones europeas en busca de apoyo a sus posiciones en la política nacional.
El primer problema de la celebración del cónclave de los populares europeos es el lugar elegido, Valencia, que se intentó cambiar sin éxito, justo cuando se cumplen seis meses de la tragedia provocada por la dana, inaugurado por el presidente valenciano, Carlos Mazón, que se encuentra al frente de un gobierno señalado por una jueza como el responsable de las consecuencias de las inundaciones y a quien el PP apoya y aleja simultáneamente. Si a eso se añade que el PP intentó pasar toda la responsabilidad a la vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que Feijóo quiso frenar su nombramiento como vicepresidenta de la Comisión Europea y que puso en un brete el gobierno comunitario de Úrsula von de Leyen, los populares españoles tendrían que explicar muchas cosas a sus correligionarios europeos. Además, la presidenta de la Comisión tiene previsto entrevistarse con un par de asociaciones de víctimas de la catástrofe, el próximo 13 de mayo en Bruselas, con lo que el PP ha logrado que el encuentro no se realice en Valencia.
El PP quiere que la reunión de los principales líderes que gobiernan en numerosos países se convierta también en una moción de censura europea al gobierno de Pedro Sánchez y a sus políticas, a su querencia por legislar por decreto ley o a espaldas del Congreso, y por lo que el PP considera su acoso a medios de comunicación, a la judicatura y al Estado de derecho. Al mismo tiempo, Feijóo, que estará al lado de Carlos Mazón, reiterará el compromiso avant la lettre de alcanzar el tres por ciento del PIB en gasto de defensa cuando llegue al Gobierno, como exigirá la OTAN el próximo mes de junio en su reunión de La Haya. Para alcanzar el dos por ciento, Pedro Sánchez se ha comprometido a no tocar el gasto social, pero nada se sabe de cómo pretende alcanzar Feijóo un punto más.
El debate que, sin embargo, tratará de soslayar el PP nacional es el del cordón sanitario que muchos países europeos, singularmente Alemania con su próximo canciller, Friedrich Merz, aplica sobre la ultraderecha, aunque las posiciones son dispares en función de las peculiaridades de cada país. Ninguna encuesta prevé que Feijóo pueda alcanzar La Moncloa sin el concurso, vía apoyo o abstención, de Vox.
Otro punto hispano-español se desatará con el nombramiento de Dolors Montserrat como, secretaria general del PPE especializada en llevar a las instituciones europeas los problemas nacionales tras su breve paso como portavoz parlamentaria del PP en el Congreso. Su ascenso supondrá también la promoción/degradación de Esteban González Pons que pasará a ser el jefe del grupo parlamentario del PP en Bruselas pero que, por acumulación de cargos y responsabilidades, puede dejar de ser vicesecretario de relaciones institucionales del PP, además de por haber protagonizado algunos tropiezos propios, reconvenidos por Génova, y uno sobrevenido, la elección de Valencia para la cumbre del PPE.