Han pasado ya doce días desde que el agua arrasó vidas y haciendas en decenas de localidades de la Comunidad Valencia. La más mortal gota fría en años vino precedida de una concatenación de errores de los que habrá que dilucidar responsabilidades de la Generalitat Valencia y del Gobierno de España. Pero, si hay alguien que durante 10 días ha estado ausente siendo la máxima responsable de la actuación de elementos cruciales como la AEMET o la Confederación Hidrográfica del Júcar, esa es la vicepresidenta tercera del gobierno y ministra para la Transición Ecológica. Además, la responsabilidad no se extiende únicamente a la catástrofe de esta gota fría, sino a todo lo que no se hizo durante años para intentar paliar efectos adversos de posibles fenómenos como el vivido a finales de octubre. Decisiones que no se tomaron, obras que no se realizaron, limpiezas de cauces y barrancos que no se materializaron.
Teresa Ribera ha sido la gran ausente. La aspirante a una comisaría de la Unión Europea no estuvo ni está. Ha estado en Bruselas preparando su examen. Sin embargo, en las últimas horas su ausencia ha sido tan sonada que decidió aparecer unos minutos en la SER para justificarse. Asegura la vicepresidenta que intentó cuatro llamadas comunicarse con el presidente de la Generalitat valenciana la tarde del 29 octubre. Mazón lo niega y exhibe un SMS de Ribera recibido a las 20,20 cuando ya se había enviado la alerta de emergencias a la población y minutos después de que el secretario de Estado de Medio Ambiente desde Cali (Colombia) trasladara a una consejera valenciana su preocupación por la rotura de la presa de Forata. Por su parte, la Confederación Hidrográfica se limitó al envío de un correo electrónico a las 18,43 en el que avisa de la crecida del caudal.
Parece que Ribera no estará el miércoles en la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. Tampoco ha estado en la zona afectada ni ha mostrado la más mínima palabra de aliento a los valencianos. No tengo ni idea de si convencerá en su examen y logrará ser comisaria, pero sin duda su actuación en esta catástrofe y su ideologizada política energética no deberían ser premiadas. Europa necesita personas eficaces y responsables que miren por la industria europea y sus necesidades energéticas, para poder competir en un tiempo que se presume mucho más complicado.