Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Villalar 2025

21/04/2025

Casi cuarenta años han transcurrido desde que las Cortes de Castilla y León aprobaron la ley por la que se declaraba fiesta regional el 23 de abril, Día de Villalar. Fue en 1986 cuando se adoptó tal decisión, y no precisamente en olor de multitud. Era la primera legislatura autonómica, aquella, la única, en la que estaba gobernando el PSOE y esa ley se aprobó con sus votos, pero no tuvo el apoyo del entonces Grupo de Alianza Popular, que luego, ya como PP, ha gobernado ininterrumpidamente la Comunidad. En varias legislaturas lo ha hecho con mayoría absoluta y, a pesar de no ser favorable, esa ley nunca fue ni derogada, ni modificada. El 23 de abril, Día de Villalar, ha sido, año tras año desde entonces, Fiesta Oficial de la Comunidad Autónoma.

Desde luego que ha habido iniciativas de distinta naturaleza que directa o indirectamente pretendían reducir el significado y la dimensión de la celebración. Unas veces, contraprogramando, llevando el acto institucional de entrega de los Premios Castilla y León a las distintas provincias para que tuviera lugar la misma mañana del 23. Otras veces, reduciendo la necesaria aportación económica, añadiendo dificultad a la organización y a la intendencia que tan esforzadamente impulsa el Ayuntamiento de la localidad. A pesar de todo ello, la celebración, ese día y en ese lugar, siempre se mantuvo, con una afluencia abundante de personas que expresan allí un sentimiento de pertenencia año tras año.

Algo quiere decir esa evidencia. Es perfectamente legítimo que el símbolo que representa Villalar sea percibido y entendido de distinta manera, en distintos lugares o por distintos sectores, como lo es también que sea mejor o peor aceptado. Y es perfectamente comprobable que a lo largo de estos cuarenta años de vigencia nunca se planteó una alternativa de fiesta regional. Más aún, con el paso del tiempo la celebración fue ganando normalidad festiva, sin perder el tono reivindicativo que siempre la caracterizó. Siendo así, el reconocimiento de que Villalar, por su significado histórico y por su arraigo en este tiempo de autonomía, cumple una función como seña de identidad, debiera servir, como mínimo, para respetar y engrandecer el símbolo.