Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


La Guerra

30/01/2025

Qué pronto se nos olvida. Ahora se cumplen 80 años de aquellos días. Qué pronto se nos olvida que Ucrania, que había caído caído bajo dominio nazi, ahora estaba de nuevo en manos soviéticas. Y que cuando se liberó la polaca Alta Silesia, vital para la industria alemana durante la guerra, aparecieron un millón de muertos en Auschwitz. Estamos de aniversario.

España ponderaba cómo asumir la derrota de sus aliados en los años más duros de la posguerra, la Sección Femenina, los Adoradores y Reparadores, la FET y las Jons, la Metro Goldwyn Mayer, el Gobierno Civil, la tuberculosis…. Franco pergeñaba la pirueta de hacerse querer por los americanos después de haber apoyado a los alemanes. El futuro de varias generaciones de españoles se maceraba en el matraz de la historia.

Si fuéramos lo bastante listos exprimiríamos al máximo las efemérides diarias de este 2025 para poner en valor el legado de la historia. Los pueblos de Castilla y León guardan suficientes psicofonías del tiempo pasado dentro de sí como para no escuchar la voz de unos ancestros sin los cuales no se puede explicar el tiempo presente. Y la realidad de un año en que aquella guerra que aplicó en Ucrania y el Oriente Próximo aún sigue vigente bien puede advertirnos de la gravedad de la tarea y la necesidad de atender a la historia.

El año jubilar acaba de empezar y nos emplaza a cumplir con la obligación racional de aprovechar el legado de nuestros antepasados abjurando de la tentación demagógica de hacer uso de la herencia en defensa propia, que es como parecen querer interpretar no los ochenta años sino los cincuenta quieren, por no saber escribir el futuro, se dedican a reescribir el pasado.

Sin añoranza, pero con sentimiento, sin rencor, pero con determinación, con la fortaleza que da saber que matarse es la mejor forma de desaparecer, el octogésimo aniversario del final de la Segunda (¿y última?) Guerra Mundial es una maza que golpea sobre nuestras obligaciones y nuestras conciencias y nos hace deudores de una tarea pendiente: la de recuperar el pasado, una vez más, para no acabar perdiendo el futuro.