Aunque nos citamos junto al Duero y el Tera, junto al Triskel, el rincón de verano de Ángel Benito "es, en realidad, todo el pueblo de Garray en sí». «A mí, especialmente, me gusta Numancia. Desde que era un crío ha sido mi sitio porque siempre he sido muy imaginativo. Como me he dedicado al arte, de alguna manera he aunado la pasión por la historia, la arqueología, el dibujo, la pintura... con Numancia. Es todo uno y ese lugar siempre me está sugiriendo imágenes», subraya. Recuerda que cuando era niño siempre escuchaba las historias de Numancia y, ya de adulto, ha tenido la «suerte» de convertirse en numantino en las representaciones y todas las actividades de Tierraquemada, lo que ensalza ese sentimiento de «unión popular». «Para alguien autóctono es un honor» y también lo es ese vínculo con el yacimiento, que es, como dice, su lugar de verano.
Aunque nació en Vitoria y reside allí, donde emigraron sus padres, vive a temporadas en Garray, sobre todo en verano. Su abuelo, Dionisio, era el carpintero del pueblo y después lo fue su padre, que era conocido como 'Ángel el carpintero'. Ahora el antiguo taller del abuelo es la casa familiar, donde se instala con su mujer, Elisa, y sus hijas, Claudia y Valeria, también implicadas en Numancia.
Como decimos, Numancia ha inspirado a Ángel Benito para crear muchas de sus obras (la novela gráfica Numancia, estrella del crepúsculo y el libro infantil Kayla, la pequeña numantina) e incluso en su web (http://angelbenito.com) hay ya un apartado del enclave celtibérico, sobre el que ha hecho mil ilustraciones y tiene numerosos proyectos. «Cada vez que vengo me dan ganas de hacer más cosas», incide. Y de este rincón de verano histórico es embajador en el País Vasco, así como del resto de la provincia de Soria. «Siempre haces de 'cicerone' para todos los amigos que vienen del norte y les enseñas todo lo que puedes de Soria, la Laguna Negra, el Cañón del Río Lobos, Pinares, El Burgo de Osma...», indica este apasionado de la cultura celtibérica y de la historia medieval de Soria, «tan desconocida en el exterior». «Allí les tengo un poco hartos, con mi casco, mis dibujos, mis historias numantinas... Y más de uno han venido a verlo», comenta.