Fernando González Ferreras

PREDICANDO EN EL DESIERTO

Fernando González Ferreras

Catedrático


Lexit

02/03/2025

Es la palabra de moda en León (una abreviatura de 'León exit', a imagen del Brexit británico). Señala el deseo de la provincia de León de separarse de la Comunidad Autónoma de Castilla y León y constituirse como una nueva comunidad autónoma. Este movimiento siempre ha estado latente en la vida política leonesa. Desde hace pocos años se están recuperando hechos culturales y tradiciones propias y únicas. Algo debe haber de verdad cuando, después de más de 37 años de convivencia política y administrativa, no se ha desarrollado un sentimiento regional. Todos los presidentes de esta comunidad han repetido la necesidad de «coser» esta comunidad, pero no creo que hayan tenido mucho éxito.  
Nadie olvida que el Reino de León, formado por las provincias de León, Zamora y Salamanca, existió desde el año 910 hasta 1833, muchos años con una entidad territorial y política propia. El panteón de los reyes leoneses, no reyes de Castilla y León, en la Basílica de San Isidoro, es un referente del movimiento de segregación. Y todavía se piensa que esta comunidad nació así por intereses políticos de los partidos mayoritarios y la 'traición' de Rodolfo Martín Villa (ministro de Interior y Administración Territorial en aquellos tiempos) que fue el muñidor de los acuerdos necesarios. De nada sirvieron las masivas manifestaciones populares (más de 90.000 personas en la calle gritando «León sólo») que reclamaban un respeto a su diferencia cultural, dejando claro que «la identidad de los leoneses ni está ni estará nunca unida a la de Castilla y León».
Y está viva la pregunta del millón: ¿por qué hay provincias que sí tienen autonomía propia y León no, cuando ninguna de ellas tiene antecedentes históricos comparables? ¿Y llamar «comunidades históricas» a las que no se lo merecen? El movimiento leonesista ha declarado que esta vez «el Lexit va en serio». La aprobación en la Diputación de León, con los votos favorables del PSOE y UPL (Unión del Pueblo Leonés) y la oposición de PP y VOX, permite elevar a las Cortes de Castilla y León, al Congreso de los Diputados y al Senado la reivindicación latente desde hace mucho tiempo.
Pero el movimiento leonesista también tiene sus sombras. PP y VOX lo consideran «una fragmentación innecesaria y perjudicial». El PSOE, entre dos aguas, ha pasado de oponerse frontalmente a considerar que es «un movimiento legítimo». También otros califican la situación como entretenimiento de políticos incapaces de enfrentar los problemas reales del ciudadano. Otros temen que partir la comunidad producirá dos comunidades distintas, dos gobiernos, dos parlamentos, más procuradores y asesores, más observatorios, etc.
¿Es posible conseguir una comunidad autónoma nueva? Me cuentan que la Constitución Española permite la creación de nuevas comunidades, aunque es un proceso complicado que requiere la reforma del Estatuto de Autonomía y la aprobación por parte de las Cortes Generales. Además de los problemas legales, también habría que resolver problemas políticos y cambios administrativos (nueva distribución de recursos y competencias).
¿Qué pasará? No tengo ni idea. Sí creo que se ha llegado a esta situación por un conjunto de factores: una ineficaz política, social y económica por parte de la Junta de Castilla y León que ha abusado del centralismo vallisoletano y las inoportunas y molestas declaraciones de algunos políticos del PP y PSOE. Espero que la Junta racionalice las inversiones y muestre el respeto, el cariño y el apoyo que León merece y necesita. No veo otro camino.