Viendo la situación política que atraviesa el PSOE, sus problemas con la corrupción y la rebelión de algunas federaciones, he recordado una extraordinaria película de 1969: 'El ocaso de los dioses'. En ella, Visconti cuenta la historia de una importante y acaudalada familia ('los dioses') en la que, al morir el patriarca, se desencadena una feroz pelea por la herencia en la que sus miembros rompen hasta sus lazos parentales y entran en una degradación irreversible que acaba con la fortuna familiar. Cuando los agraviados creen que el tirano está débil o cerca de su final, comienzan las batallas cainitas.
La historia actual comenzó en 2018. Aprovechando la sentencia de la Audiencia Nacional sobre el 'caso Gürtel'  que condenaba al PP por una «estructura de contabilidad y funcionamiento ilegal desde 1989», el PSOE montó una moción de censura motivada por lo que llamó «corrupción insostenible» del PP, a la que se sumaron inmediatamente, a base de promesas, algunas veces contradictorias, muchos partidos con poco o nada en común.
Ahora el que está cercado por la corrupción es el PSOE y, más todavía, el propio presidente. Una magistrada imputa a David Sánchez, su hermano, por prevaricación, tráfico de influencias, malversación y fraude fiscal. Un juez imputa a Begoña Gómez, la esposa del presidente, por tráfico de influencias al aparecer recomendando o avalando por carta, con su firma, a empresas que se presentaban a licitaciones públicas. Y también muy cercano le queda el 'caso Koldo', una trama por la percepción de comisiones ilegales en contratos de compra de material sanitario en la pandemia. Aldama, señalado como el cerebro de la trama, ya está en prisión preventiva. Si también es imputado Ábalos, su ministro de transporte y número 2 del PSOE, el problema lo tiene aún más cerca y parecerá que el caso va más allá de las mascarillas. Y si estos procesos acaban en condenas, ¿qué dirán y harán los que firmaron la citada moción de censura?
Creo que Pedro Sánchez ha construido una carrera basada no en mentiras  sino en «cambios de opinión» y que se ha adueñado de unas siglas históricas para convertir primero el partido en su feudo personal y después, a España en su cortijo. Prometió «humildad y transparencia» en su discurso al asumir la presidencia y ya sabemos en que han quedado sus promesas. Pienso que nos está vendiendo sus intereses personales (permanecer en el poder a toda costa) como intereses de España. Tiene un partido en crisis, cercado por la corrupción y con una cierta contestación interna. ¿Dimitirá? ¡Ni de broma!  Y eso que por mucho menos ha pedido la dimisión de adversarios políticos.
Cuando se impone, contra toda lógica, un liderazgo de arriba abajo como creo que se ha instalado en el PSOE, aparece un hiperliderazgo que impide y castiga la crítica porque considera que el que critica es un traidor (sucede lo mismo en el PP, Soria incluida), ignorando que cuando se discrepa también se está siendo leal, que la lealtad no es sumisión y que si bien «la libertad sin autoridad es un caos, la autoridad sin libertad es una forma de tiranía"»
No sé cómo acabará esto, porque cuando un juzgado imputa a una persona sin relevancia pública, esta acude a defenderse. Cuando se trata de una persona importante o poderosa, el que se tiene que defender es el juez al que se ataca y difama en los medios afines. De momento ya estamos otra vez en el lamentable «tú más». ¡Qué pena!