El sector de la leche atraviesa en los inicios de este otoño una coyuntura de tensión y guerras de precios ante los intereses cruzados de ganaderos e industria, ambos defendiendo su rentabilidad, con las importaciones de fondo. Desde la industria, preocupan los ligeros descensos en la oferta de leche en el campo. Por esta razón, cada empresa trata de asegurarse con los proveedores el suministro de materia prima a futuro en un mercado en el que se mantiene la demanda de leche líquida y crece la de otros productos, como la nata o la mantequilla, para la exportación ante sus elevadas cotizaciones en los mercados. Todo ello ha provocado el desarrollo de unas negociaciones para la renovación de los contratos entre industrias y ganaderos en las que las empresas buscan el largo plazo a partir de precios entre los 0,47 o 0,48 euros. La leche de los mercados comunitarios entraría hoy en España a más de 0,50 euros.
No sobra leche en España y por esa razón, contando con la situación en el conjunto de la Unión Europea, ninguna empresa quiere arriesgarse a perder recogida y a no disponer de cantidad suficiente para mantener su actividad, lo que supondría estar desarmada ante la competencia. Pero tampoco sobra leche barata en el conjunto de los países comunitarios, al contrario de lo que sucedía hace unos años cuando el mercado español se había convertido en el vertedero de todos los excedentes de otros países a bajos precios.
Hoy, las grandes empresas lácteas comunitarias siguen descargando productos excedentarios sobre el mercado español, pero no en forma de leche. Los grandes grupos lo hacen fundamentalmente mediante yogures y, sobre todo, queso barato -a una media de entre cuatro y cinco euros por kilo-. Con esta estrategia colocaron 363.000 toneladas de queso de pasta blanda en 2023 y otras 200.000 en los seis primeros meses de este año, lo que desajusta la actividad de la industria nacional, con sus efectos negativos en los precios sobre los ganaderos proveedores de leche.
Desde la perspectiva de la producción, la oferta nacional de leche ha registrado un ligero ajuste sobre un volumen prácticamente estabilizado en los últimos años de 7,3 millones de toneladas. Este comportamiento de la producción responde a diferentes factores.
Con los bajos precios del pasado o con los precios más elevados de la actualidad, la realidad es que el sector de la leche ha ido progresivamente a menos. Aunque han aumentado su tamaño, las explotaciones han caído en número desde más de 16.000 hace menos de una década a las 8.000 de la actualidad. A su vez, el censo de animales se ha reducido desde más de un millón de vacas en producción a menos de 800.000, aunque los animales de ahora hayan mejorado sus rendimientos por los avances de la genética.
Desde la perspectiva del número de ganaderos activos se trata de un sector cada día más envejecido en el que los mayores no se van o no se pueden ir para no cerrar la granja y su modo de vida y los jóvenes no se incorporan por no lograr rentabilidad, aparte de la dependencia que supone una actividad sin jornada laboral fija en horas ni días. En ese sentido, el futuro pasaría por grandes grupos empresariales y grandes explotaciones, con el consecuente impacto negativo para el despoblamiento del territorio.
Datos manejados por la Administración señalan que solo un 9% de los ganaderos tiene menos de 41 años, un 80% se halla entre los 41 y los 65 años, un 8% entre los 65 y los 70 años, el 2% entre los 70 y los 75 años y el 1% supera los 75 años.
Sanidad animal.
Al ajuste de la producción en España por la reducción de explotaciones y censos se ha sumado la reducción de la oferta, tanto en España como sobre todo en otros países comunitarios exportadores netos, debida a razones entre las que destacan las zoosanitarias, por lo que el mercado nacional ha dejado de ser, al menos en parte, el gran vertedero de los excedentes de otros países.
Las cabañas ganaderas comunitarias, especialmente las de leche en algunos de los principales países productores, han sufrido y sufren las consecuencias de enfermedades como la lengua azul y la EHE. Los efectos más generalizados de estas afecciones se traducen en un aumento de la mortalidad en los animales de producción. A ello se suma un mayor número de abortos y, en conjunto, una caída en la oferta para exportar en los últimos meses.
Desde la perspectiva de la demanda, en España se ha registrado un ligero incremento en el conjunto de los productos lácteos hasta los 10,5 millones de toneladas, cifra que se logra en base a un aumento de las importaciones del 1% frente a un descenso de la producción del 0,7%.
De cara a las actuales negociaciones de los precios para los próximos meses en el sector de la leche, en una coyuntura de ajuste en las producciones por diferentes circunstancias, desde la producción se reclama un aumento de los precios para compensar los incrementos de los costes. En los últimos meses los ganaderos tuvieron el viento a favor de los precios a la baja de los cereales, aunque en la actualidad los mismos han repuntado y se espera que sigan esa línea en el futuro. Por la subida de los precios en otros medios de producción, desde el sector se estima que los precios de venta de la leche no deberían bajar de los 0,50 euros y con ello responder a las exigencias de la Ley de la Cadena.
Menos producción en España.
Según aseguran desde UPA, los ganaderos de leche españoles están sufriendo diversos eventos en las últimas semanas que provocarán un descenso en la producción láctea, entre los que destacan el cambio climático y la EHE. Esta enfermedad ha provocado en numerosas comarcas lecheras, y en especial en Galicia, una afectación de más del 95% de las granjas, provocando caídas de producción drásticas, además de abortos en vacas gestantes, que no recuperan la producción en ningún caso. El destino de estos animales es el sacrificio en matadero. Los datos que maneja UPA hablan de descensos puntuales de un 25% y en el mes de septiembre y en lo que llevamos de octubre la bajada de producción es del 5%, llegando en muchas rutas al 10%.