Un bulo es una falsedad articulada de manera deliberada para que sea percibida como verdad; intenta engañar masivamente especialmente a través de internet. Suelen ser noticias negativas y sensacionalistas, desinformaciones presentadas como noticias veraces para desprestigiar a personas o instituciones. El bulo se está convirtiendo en un recurso habitual en la lucha entre adversarios políticos: «Difama, que algo queda».
Circulan muchas clases de bulos. Las noticias sesgadas (bulos que describen sólo una parte de la realidad o presentan material gráfico que no se corresponde con el texto), la propaganda (un bulo que utiliza palabras sencillas para lograr que los destinatarios acepten ideas al margen de la lógica), el clickbait (mensaje que atrae con titulares exagerados ofreciendo verdades sorprendentes para que se pinche en el cuerpo de la noticia) o la sátira (presentación de historias humorísticas que se ríen de la actualidad sin pretender hacer creer que son noticias serias, por lo que no son exactamente bulos) son buenos ejemplos. Y más grave es la irrupción de la inteligencia artificial que permite sustituir la cabeza o el cuerpo de una persona en un video o una foto haciendo que diga o haga lo que quiera el programador. Un deepfake es algo que nos puede engañar fácilmente, por eso es un bulo tan peligroso. Igualmente peligrosos son los bots (algoritmos que pueden producir enormes cantidades de información falsa o de baja calidad) y los troles (personas que publican mensajes para provocar respuestas emocionales o iniciar discusiones).
Los bulos difundidos a través de cualquier medio de comunicación, cuando presentan hechos falsos –que saben que son falsos- como si fueran reales, llamados fake news, son una amenaza muy importante para la valoración de instituciones o personas y la credibilidad de los medios de información lo que puede tener incidencia importante en los resultados electorales. Muchos políticos hablan de fake news o de «máquinas de fango» para desprestigiar a los medios de prensa críticos con su gestión, evitar la discusión sobre sus acciones y eludir las explicaciones a las que tenemos derecho. Repitiendo que las noticias publicadas que no les gustan son mentiras o inventos de prensa contraria, se alimenta la duda sobre la veracidad de los medios de comunicación.
¿Por qué nos creemos los bulos? Los bulos pueden ser muy convincentes y difíciles de rebatir porque suelen basarse en hechos distorsionados y apelan a la emotividad. Nos los cuelan porque no tenemos el tiempo y los conocimientos necesarios para evaluar críticamente las informaciones que recibimos. Creo que picamos porque tenemos tendencia a aceptar casi todo lo que coincide con nuestras ideas previas (experiencias, conocimientos, etc) y a creer en una idea por el hecho de que esté muy extendida. También solemos desacreditar las opiniones de los que no piensan como nosotros o las ideas que nos provocan respuestas emocionales fuertes y contrarias.
Podemos protegernos de los bulos si examinamos la fuente de la noticia y comprobamos si aparece en otros medios, desconfiando de titulares sensacionalistas; es importante leer la noticia completa e informarse sobre el autor, pero creo necesario una autorregulación y una regulación legal. Es imprescindible una información contrastada y veraz para saber qué pasa en el mundo, formarnos opiniones sensatas y ser capaces de navegar en un mundo complejo.