María del Pilar Berzosa

María del Pilar Berzosa


En la explanada de ingreso al otoño en Buenos Aires

23/03/2024

El otoño y la primavera son mis estaciones preferidas. Las vestiría con volanta, copete,subtítulos y recuadros para hacer más movida una edición sobre ellas, con intención, enfoque, contenido, tono y estilos especiales. El otoño suele dejar atrás los sucesos frescos del verano, abriéndose a la belleza de la media estación profunda.
Argentina, en los casi cien primeros días de un nuevo gobierno desafió su capacidad de comprender la raíz fiscal de una crisis longeva que implica una purga de situaciones difíciles que la han venido definiendo con distorsiones y el planteo de un cambio, yendo muy atrás para trabajar su pasado que deja en evidencia cuánto drenó su energía al buscar esa síntesis interna que interprete su alma y sus puntos de costura.
El verano en tal contexto supuso competir y hacer alianzas al plasmar ideas, desplegar prioridades y construir decisiones ante ciudadanos que esperan que esta vez se den los pasos acertados para capear una crisis de horizonte y remontar los números en rojo, por fuera de iniciativas discursivas en un país fuera de escala y desmarcado, que desea forjar lucidez y solucionar los temas que de veras importan.
En la vidriera de la información de primer orden la apertura del año legislativo abrió el marcador el primer día del tercer mes de 2024. Allí los datos duros fueron protagonistas al consignar la herencia recibida ( una mayoría silenciosa desprotegida, un sistema previsional quebrado, un tercio de trabajadores formales en la pobreza, y la lógica crispación de una sociedad que echó a rodar un formato de vida justa) y convivieron con capítulos de un programa de gobierno con pulsión de cambio y bases de un progreso que tome distancia del discurso conciliador y engañoso de siempre y la obscena discrecionalidad en distintas secuencias de la historia de la Nación.
De volver a repartir las cartas con un nuevo mazo parece tratarse. Así está el patio al fin de este verano bisiesto, que auditó algo más que maquillaje, entre el manejo de las cajas del Estado y las formas frágiles de los fondos presupuestarios, para dar un salto de eficacia y cohesión e intentar avanzar con retoques anímicos y refuerzos concretos en áreas decisivas.
Va de suyo que suspirar libertad no es suficiente, aunque ayuda a medir y pesar sin debilitar ni abrillantar el presente para enfrentar lo que vendrá, sin juegos de adivinación ni giros remanidos. Y sin perder de vista que gobernar es sobre todo educar con sensatez en un mundo que precisa recuperar la empatía, sin artificios.
Pero el verano también dejó ese libro que hizo descansar de la pantalla en las playas argentas, con historias de mar en la arena. Y el amor y sus derivados en la Semana de San Valentín, desde la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, que organizó una conferencia dedicada a los besos más grandes y apasionados de la Historia del Arte-un recorrido por las obras con representación universal- a sala llena y en un clima amoroso y silencioso.
La naturaleza otoñal no tardará en llegar a Buenos Aires, y marcará su territorio con intensidad e impacto en sus enunciados. El recreo estival saldrá a recibirla como siempre en esos días de transición que tanto me gustan.