Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


Chinitas en el zapato

30/12/2024

Que Pedro Sánchez tiene celos del Rey no es ningún secreto. Ha dado muestras sobradas de que no soporta que la mayoría de los españoles sientan admiración por el Jefe de Estado, y la incomodidad se ha acrecentado estos días cuando su figura ha quedado muy tocada por los problemas de corrupción que afectan a su círculo pero sobre todo por la "espántá" de Paiporta que ha sido portada de la mayoría de los medios de comunicación españoles y de los más acreditados medios extranjeros.

La excusa para intentar crear un problema al Rey, ha sido el inicio del año que Sánchez ha decidido dedicar al 50 aniversario de la muerte de Franco con un centenar de actos de homenaje a la recuperación de las libertades. No con un reconocimiento público a la Transición como se podía pensar, cuando dirigentes políticos de todas las ideologías, más los diferentes sectores de la sociedad civil desde todos sus sectores, y la Corona con el Rey Juan Carlos como impulsores, fueron capaces de dejar atrás una dictadura para asentar una democracia en un espacio de tiempo tan breve que fue el asombro del mundo.

No. Lo que pretendía Sánchez era profundizar en las políticas represivas del franquismo, y poner a la izquierda como víctima de la guerra civil y la dictadura, sin una sola concesión a las víctimas del gobierno republicano. Y presentar al centro y a la derecha actual como sucesores del franquismo.

Con esa artimaña política, intenta Sánchez instrumentalizar la figura de D. Felipe, invitándole a participar en el primero de los actos conmemorativos. Una invitación envenenada, una trampa en la que el Rey ha sabido reaccionar con inteligencia, demostrando que sabe perfectamente qué terreno pisa.

Al primer indicio de que iba a recibir esa invitación, su Casa reaccionó con diligencia: los primeros días de enero se celebra la Pascua Militar y después la recepción anual al Cuerpo Diplomático; previamente la presentación de credenciales de nuevos embajadores, que también deben ser recibidos por el Rey uno a uno en audiencia, requisito indispensable para que puedan ser miembros de pleno derecho del Cuerpo Diplomático acreditado y asistir a la recepción oficial.

Esa agenda, en la que apenas quedan horas libres, impedirá también que el Rey Felipe pueda acudir a Caracas a la toma de posesión del nuevo presidente de Venezuela el 10 de enero, aunque siempre ha asistido a las de los nuevos presidentes latinoamericanos. Una fecha que será prueba de fuego para España: Maduro está empeñado en seguir en el gobierno aunque perdió humillantemente las elecciones frente a su adversario Edmundo González, acogido en España y dispuesto a viajar a su país para asumir su cargo. España, al contrario que la mayoría de la UE, todavía no le ha reconocido como presidente electo, aunque Maduro no ha presentado las actas que demostrarían su victoria.

Pedro Sánchez intenta que el Rey pise charcos creados por el gobierno. Pero D. Felipe está permanentemente alerta. No tiene más remedio.