A nivel estatal se han puesto en marcha un amplio elenco de iniciativas institucionales, desde la creación en 2013 de un foro de las Regiones Españolas con Desafíos Demográficos, hasta el establecimiento, en 2020, de una Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico que aprobó, entre otras medidas, un plan de descentralización de las sedes de las instituciones del Estado y de las empresas públicas. Por su parte, la UE tiene un largo recorrido, desde los ya clásicos programas Leader hasta los actuales Fondos Next Generation. No olvidamos otros logros más locales, como el conseguido por la sociedad civil, con mención especial a la Dra. Mercedes Molina, y la iniciativa política de ayudas al funcionamiento en las tres provincias más despobladas, Soria, Cuenca y Teruel, que deberían profundizarse para compensar las grandes desventajas que tienen de partida. También a nivel político se han creado plataformas ciudadanas agrupadas en torno a un proyecto político, que trata de hacerse un hueco en esa cámara de intereses territoriales en que se está convirtiendo el Congreso de los Diputados.
No es fácil recuperar ese sistema rural que empezó a desmoronarse en los años 50 del siglo pasado. La complejidad del fenómeno y la magnitud del desafío aconsejan un debate sereno y constructivo que, por desgracia, no se acaba de producir. También una colaboración entre administraciones, siempre difícil en este país. Son muchos los elementos que interactúan en una sociedad como la actual, tan evolucionada y tan distinta a aquella que vivieron nuestros padres. El medio rural se enfrenta además a nuevos retos, como la sequía o el cambio climático, que van a desvelar diferencias de oportunidades entre unos territorios y otros. Por eso las condiciones no tendrían por qué ser las mismas y habría que plantearse otros modelos de organización territorial, otros sistemas de producción y aprovechamiento de los recursos, más sostenibles, y otro modelo de ordenación de los servicios, públicos y privados, que garantizaran una accesibilidad adecuada y universal.
En Soria se ha aludido tradicionalmente a una carencia estructural de capacidad de iniciativa, necesaria para luchar contra la despoblación. Los datos reflejan que la diferencia entre la capacidad de ahorro y la demanda de inversión en la provincia arroja un desequilibrio sistemático. Se ha dicho con frecuencia que hace falta un cambio de mentalidad, siempre difícil en sociedades tan pequeñas, tan despobladas y envejecidas, con falta de competencia, con un sistema de relaciones sociales tan primarias, y con demasiada gente opuesta a cualquier cambio. Siempre es difícil sacar adelante un proyecto, pero mucho más en una provincia como Soria y no digamos en su medio rural. Por eso es tan necesaria la discriminación positiva, bien en forma de ayudas, mediante una ley de segunda oportunidad, que contemplara situaciones especiales como las que afectan a las áreas despobladas, o dejando apartados especiales en determinadas leyes cuando afectan al mundo rural. Por eso, también en estos espacios la iniciativa pública debería suplantar la falta de iniciativa local. Son muchos los sectores en los que la política estatal ha abandonado las aspiraciones regionales. Quizá el más visible es el de las infraestructuras de relación. Un ejemplo es el ferrocarril, centrada en las grandes conexiones de alta velocidad -quizá un lujo excesivo- en perjuicio de los trenes regionales, que son los que vertebran el territorio.
Abogamos por un medio rural vivo, capaz de generar oportunidades económicas y resultar atractivo para nuevos pobladores, del que depende la reconstrucción de su sistema funcional más básico. Esto no sería posible sin una visión integral del territorio, para el que las actividades tradicionales son fundamentales. En una provincia como Soria, nos parece esencial diseñar un plan ambicioso de recuperación de la ganadería extensiva, con la incorporación de jóvenes, al que aportar medios públicos y soluciones a los estrangulamientos que condicionen su puesta en marcha. También una mejora del sector forestal, al que se le atribuyen importantes funciones ambientales, económicas y sociales, sin que reciban ayudas de la PAC, como lo hace la agricultura. El mantenimiento de un buen estado ambiental y la apuesta por la sostenibilidad debería ser un referente en la provincia para atraer nuevas inversiones en el ámbito de la industria y el turismo, sin los cuales sería difícil la recuperación de ese sistema rural. La clave, en definitiva, no es hacer un diagnóstico, sino saber adónde queremos ir.