Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


Defender la democracia

22/01/2025

El discurso de la toma de posesión de Donald Trump, pero sobre todo la firma pública de las docenas de decretos para poner en marcha de forma inmediata, es inquietante.

El presidente americano anunció medidas que de una manera o de otra había adelantado en los mítines de la campaña presidencial. Pero ver las imágenes de esa firma mostrando las carpetas con cara de desafío, el rictus duro de la boca, la insistencia en que se iniciaba una nueva época mencionando algunas de las políticas que quedaban anuladas a través de los decretos que se amontonaban a su izquierda e iba firmando uno a uno, auguraban el fin de un régimen que se desmoronaba, con unas consecuencias imprevisibles.

No era la más preocupante que Estados Unidos abandona la Organización Mundial de la Salud y los Acuerdos de París sobre el cambio climático, ni siquiera imponer sus condiciones económicas, comerciales y de seguridad el resto del mundo. No. Tampoco es anecdótico que Elon Musk, el hombre más rico del mundo y hoy con una influencia desproporcionada, tras el gesto de respeto al himno nacional llevándose la mano al corazón, levantara el brazo para reproducir el saludo nazi. Hay que estar preparados: llega a Estados Unidos una Administración que no admite críticas ni llamadas de atención.

En España, Pedro Sánchez pronunció unas palabras en las que se autopresentaba como salvador de Europa cuando está lejos de serlo, y dijo que hay que plantar cara y defender la democracia. Bien. Menos bien, en cambio, que pusiera el acento en los nuevos colaboradores de Trump, denunciando la "tecnocasta" que se ha hecho con el poder, alertando que a través de las redes sociales pretende controlar el debate público.

Que lo denuncie un jefe de gobierno que dos días antes ha completado la operación de hacerse con la presidencia de la tecnológica más importante de España, Telefónica, tiene pecado. El sanchismo se defiende con el argumento de que gobiernos anteriores han nombrado a presidentes de Telefónica, pero "olvidan" los defensores de Moncloa y Ferraz que eso ocurría cuando Telefónica era una empresa pública. Ya no lo es, y el gobierno no solo convocó en Moncloa a Pallete para pedirle que dejara la presidencia -más que pedirle, ordenarle con palabras corteses- sino que ni siquiera se cumplió con el obligado trámite de convocar a los accionistas de la empresa. Por no mencionar también que el Gobierno de Sánchez ha dado más pruebas que cualquiera de los gobiernos anteriores de su escaso respeto a la libertad de expresión, así que es el menos indicado para acusar a Trump de utilizar los medios para alcanzar sus objetivos.

Pedro Sánchez ha hecho bien en defender la democracia. Pero tendría que hacer una profunda reflexión sobre si él la defiende. Para empezar, que analice las trabas a jueces y periodistas que cumplen con rigor su trabajo. Y cómo, desde Moncloa, se desacredita incluso a los cuerpos de seguridad del Estado que investigan presuntos delitos promovidos desde esferas gubernamentales.

Hay ocasiones en las que es mejor no opinar, no hablar.