Ferraz y Moncloa tienen todo preparado para que el secretario general sea reelegido secretario general. Para que no haya rival y el aplauso sea entusiasta. Preparado para que no surja una voz discrepante, hasta el punto de que no han invitado a Felipe González aunque es norma no escrita que a los congresos de los partidos se invita a los presidentes o secretarios generales anteriores.
Se ha puesto más cuidado que nunca en que ni una sola nube empañe el congreso del PSOE, pero los incondicionales de Pedro Sánchez no pueden disimular su inquietud. La semana pasada fue la más grave de la historia del sanchismo, con declaraciones demoledoras de Victor Aldama el conseguidor; torpedos contra la línea de flotación del partido que han sembrado de dudas incluso a parte de los cafeteros, de los que acusan a jueces y periodistas de muñir una gran operación para acabar con el gobierno de Sánchez.
Dudas porque algunos se esos cafeteros intuyen que algo de verdad debe haber en lo que cuenta Aldama, muy metido en el círculo de Ábalos cuando era ministro y secretario de organización. Porque algunas piezas encajan, porque alguna vez han escuchado algo que no les gustó y ahora atan cabos que preferirían no atar … Ya no están tan seguros como en días anteriores respecto a la calidad del trigo que venden Moncloa y Ferraz, a lo mejor no tan limpio como pensaban.
Pero lo que más inquieta a los sanchistas en estos días previos a su congreso, en esta semana, es que aparezcan más noticias que confirmen que al menos parte de las afirmaciones de Aldama comprometen seriamente a Pedro Sánchez. Porque va a ocurrir, aunque no es seguro que sea precisamente esta semana.
El juez y el fiscal que decidieron conceder la libertad condicional a Aldama disponen de información que demostraría que el comisionista se movió en las aguas turbias que denunciaba. La UCO ha trabajado a fondo y, aunque todavía no ha puesto sobre la mesa transcripciones y documentos, está en ello; y ha adelantado al juez, como es su obligación, el contenido de algunas conversaciones y mensajes de wasap muy reveladoras. Los protagonistas de las operaciones presuntamente delictivas se creían tan a salvo, tan protegidos por una supuesta impunidad, que se mensajeaban sin ninguna precaución. Y los móviles, aunque apagados y con mensajes borrados, graban y guardan todo lo que pasa por ellos. Por eso quienes trabajan en su contenido se llaman "forenses". Desentrañan hasta el último secreto.
A ciertos dirigentes del sanchismo no les llega la camisa al cuerpo. Saben que más pronto que tarde todo saldrá a la luz, y su miedo es que salgan informaciones letales antes o durante el congreso.
Lo que les urge es que Sánchez sea reelegido. Después, ya se verá que se hace. Lo que toca ahora es aplaudirle con todas las fuerzas cuando se conozca el resultado de la votación de la nueva ejecutiva, que será apoteósico, a la búlgara. Patético.