Silvia Garrote

JALÓN POR LA VEGA

Silvia Garrote

Periodista


Vuelta a la cueva

22/02/2025

Nada más reconfortante en la vida que llegar a casa, a nuestro espacio, nuestro techo, el sitio que la vida nos haya proporcionado, grande o pequeño, temporal o fijo, donde refugiarnos, donde descansar y disfrutar de nuestra porción de ocio diaria, solos o en compañía. Nunca el acceso a una vivienda ha sido fácil; no hay más que hablar con nuestros mayores o asomarse a las realidades pasadas que nos ofrece la literatura o el cine, como en la reciente y talentosa El 47, y, sin embargo, nunca tampoco ha habido una sensación tan generalizada de que hoy en día es más complicado que en toda nuestra historia reciente lograrlo. Para los jóvenes, independizarse es cada vez más difícil, y eso es un hecho. Según datos recientes, la edad media de emancipación en España supera los 30 años, muy por encima de la media europea. Los altos precios del alquiler, combinados con salarios bajos y una alta tasa de empleo precario, dificultan el acceso a la vivienda sin el apoyo de sus familias. La imposibilidad de ahorrar para la entrada de una hipoteca agrava aún más la situación, dejando a muchos atrapados en una espiral de inestabilidad que no parece tener salida. 
Las familias tampoco están exentas de dificultades, no digamos ya los hogares donde solo entra un sueldo o falta el trabajo. El encarecimiento del mercado inmobiliario obliga a destinar una gran parte del salario al pago de la hipoteca o del alquiler. Si unimos la falta de vivienda protegida y la escasa oferta de pisos asequibles, encontrar un hogar y poder pagarlo es hoy un verdadero reto. 
El problema de la vivienda en este país nos quita el sueño y se ha consolidado como el principal problema para los españoles, siendo mencionada por el 34,1% de los encuestados, según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas. Esta cifra se aproxima al récord histórico del 37,3% registrado en septiembre de 2007, durante la burbuja inmobiliaria. Este es el tercer mes consecutivo en que la vivienda encabeza la lista de preocupaciones ciudadanas, por encima del empleo o la marcha de la economía. 
Constatado el desafío habitacional de este país, provocado por la tormenta perfecta de la escasez de vivienda pública, el encarecimiento de la construcción, la especulación y el turismo y el endurecimiento de las condiciones de préstamos hipotecarios, hay que pasar al capítulo de intentar encontrar soluciones. Los expertos apuntan en varias direcciones, que no son sencillas, pero que son perentorias si no queremos que se tense aún más la situación. Por ejemplo, el fomento de la vivienda pública y social y aumentar el parque de hogares protegidos para alquiler a precios asequibles. Por otro lado, intentar regular el mercado del alquiler y limitar los pisos de uso turístico. Por último, crear incentivos fiscales para jóvenes y familias que faciliten la compra de vivienda.
Todo ello ayudaría, pero me temo que la solución habitacional pasa por cambiar el modelo actual. ¿Hacia dónde? Ya estamos asistiendo a fórmulas de 'coliving', lo que viene a ser el compartir casa de toda la vida, combinando espacios privados con comunes, cooperativas de viviendas en cesión de uso, comunidades autogestionadas, minipisos de alquiler temporal, hogares que se construyen en suelos terciarios, edificios de uso mixto para trabajar y vivir, viviendas modulares, móviles y prefabricadas y comunidades de viviendas sostenibles para abaratar los costes energéticos. Y lo que aún está por llegar. ¿Volveremos a la cueva?