Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Ómnibus

27/01/2025

Hasta hace poco tiempo, a cualquiera que hubiéramos preguntado sobre el significado de ese término de la lengua latina hubiera contestado que se traba de un tipo de transporte público donde entraban todos, subían y bajaban unos y otros. Ómnibus, en efecto, procede de omnes (todos) y significa eso, a todos o para todo. Pero de un tiempo para acá, muchos hubieran añadido que, además, es también una modalidad de norma jurídica en la que hay de todo; principalmente un Real Decreto-Ley de contenido complejo y variado, y enseguida lo hubiera asociado con una iniciativa del Gobierno que suele tener muchos problemas para que sea aprobada por el Parlamento.
 Y así viene siendo. Saben de sobra que un Real Decreto-Ley es una disposición con valor similar al de una Ley; lo aprueba el Gobierno por razones de urgencia o necesidad y entra en vigor enseguida, en cuanto se publique en el BOE; pero a continuación debe ser ratificado por el Congreso, en votación única y sin enmiendas, para que se mantenga en vigor, porque, si esto no ocurre, la norma decae en su vigencia y queda derogada.
 Eso ocurrió hace unos días con uno de esos ómnibus en el que iban asuntos tan significados como la actualización de las pensiones según el IPC, las ayudas para fomentar el uso del transporte público, el ajuste del ingreso mínimo vital, ayudas por la catástrofe de Valencia, etc., etc., etc.; así hasta unas 80 medidas que iban todas juntas y que debían ser votadas de una sola vez. Parece que algunas de ellas, especialmente esas citadas, de tanta repercusión, hubieran prosperado de haber ido separadas, lo que quiere decir que existió la posibilidad de presentarlas así, y no se hizo.
 Todo son ahora reproches mutuos y culpabilización recíproca: del Gobierno a la oposición, que había más interés en exhibir una derrota parlamentaria que en aprobar todas esas medidas sociales; de la oposición al Gobierno, que tiempo tuvo de separar asuntos, que sabía que serían aprobados, y prefirió un ómnibus para forzar que se aprobara todo o nada. Todos tienen algo de razón en el discurso político, pero ninguno tiene ninguna razón ante los ciudadanos. Y ese es el drama: que el resultado final fuera el rechazo de todo es verdaderamente demoledor para todos (ómnibus). También para la política como tal; también para la democracia por extensión.