Andrés Calavia

La Era Alta

Andrés Calavia


Los tiempos de Trump

30/11/2024

Los estadounidenses disfrutan este fin de semana de Acción de Gracias de la única tregua política, y festiva, que se permiten en todo el año. Mientras, Donald Trump ultima el que será su nuevo gobierno.  Ni el pavo ni los sacrosantos partidos de fútbol americano conseguirán que el nuevo inquilino de la Casa Blanca y sus multimillonarios compañeros de viaje dejen de pensar estos días en el festín que les espera a partir del 20 de enero. Por de pronto, la otrora clara línea que separaba empresas y gobierno ha dejado de existir. En Europa eso tiene un nombre, corrupción, pero aquí todo es posible. A estas alturas hay algunas cosas claras: el triunfo del republicano ha sido arrollador, indiscutible y, lo que es fundamental para la salud democrática del sistema, reconocido por todos desde el primer momento. Algo que contrasta, por cierto, con los más de 1.480 días que lleva Trump sin reconocer todavía la victoria del actual presidente.  Pero, como dicen mis amigos trumpistas con cierto cinismo, 'ahora hay que mirar hacia delante y no pelearnos por esas cosas'.  Ni siquiera importa ya aquel intento de golpe de estado con muertos del 6 de enero de 2021. Todo, todo queda borrado en aras de no sé qué. Para algunos, incluso, la victoria de Trump ha supuesto que, de la noche a la mañana, los estadounidenses han recuperado la libertad de expresión. Vivíamos en un estado opresor y no lo sabíamos. Donald ya lo ha solucionado, según esos fanáticos extremistas. Otra consecuencia de los resultados electorales es que los demócratas tienen que reflexionar muy seriamente no sólo sobre cómo han hecho las cosas sino sobre la manera de transmitirlas. El filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky, el gran teórico de la hipermodernidad,  afirma que una de las razones por las que Trump ha ganado es porque, con las cosas que dice y la manera de decirlas, parece auténtico aunque sea 'fake'; la gente cree que es sincero porque dice lo que piensa, aunque sea una autenticidad falsa; mientras que los demócratas tienen un lenguaje más académico y políticamente correcto, pero  no han sabido dirigirlo hacia lo social, por lo que deben cambiar su agenda política de una manera radical. Lo comparto. En cuanto a la elección de los miembros de su nuevo gobierno, Trump tampoco defrauda. En lenguaje castizo podríamos decir que va escogiendo lo mejor de cada casa. Y ya se ha llevado algún revolcón, como el intento de nombrar fiscal general a un tipo al que ni los propios republicanos estaban dispuestos a dar el plácet debido a los escándalos que acumula. Hay alguna excepción entre tanta grisura, como la figura de Marco Rubio, que será nombrado secretario de Estado. Este cubano americano de Miami conoce bien los entresijos de la política internacional de Estados Unidos. Es miembro del comité de relaciones exteriores del Senado y cercano a la OTAN y a Ucrania. A ver hasta dónde le permiten llegar. Lo que pueda pasar a partir del 20 de enero es una incógnita. A Trump, humildemente, yo le pido que ejerza de político y que, por tanto, no cumpla lo que ha prometido. Nos libraríamos así de deportaciones masivas o de aranceles que estrangulan el comercio mundial, entre otras barbaridades.