Hace una semana, los medios de comunicación se hacían eco del acuerdo de intenciones resultante del cónclave de unas cuantas autonomías que reclamaron la conexión ferroviaria entre el Mediterráneo y el Cantábrico. Se juntaron representantes de los gobiernos cántabro, castellano-leonés, riojano, aragonés y valenciano. Me asombra, de entrada, que nadie haga referencia a la línea ferroviaria inconclusa que llamábamos 'Santander-Mediterráneo' y que era una de las cuatro que atravesaban Soria y la primera, junto a la Valladolid-Ariza, que se cerró porque no era rentable. Gobernaba Felipe González y le dieron caña los conservadores. Derrotado el socialismo por Aznar, tardó su gobierno dos meses en cerrar una tercera línea, la Soria-Castejón por el mismo motivo. El nombre común en ambas decisiones es el de Mercè Sala Schnorkowski, presidenta de Renfe y exterminadora ferroviaria en ambos casos.
Pero volvamos a la noticia. O mejor dicho, a la expectativa de noticia. Lo que se pretende es recuperar la línea Santander-Mediterráneo, que nunca llegó a Santander ni tampoco al Mediterráneo. Oficialmente era 'Caminreal-Cidad Dosante'. Ni empezaba ni terminaba donde se pretendía, los trazados eran sinuosos y los trayectos más lentos que el caballo del malo. No podía ser rentable por puro abandono. La propuesta de las autonomías, todas ellas gobernadas por el PP, algunas con Vox de socio, tiene fundamento aunque evidencia que sólo los afines en ideología se ponen de acuerdo. La necesidad de unir las dos vertientes marítimas de nuestro país es algo tan obvio que parece mentira que se haya ignorado hasta el siglo XXI, incluso dando pasos atrás incomprensibles como el de un gobierno socialista que aplicó un argumento capitalista para extinguir servicios públicos. 'La pela es la pela, que diría la señora Sala'
Se abren hoy dos incógnitas al menos. En el supuesto improbable de que se interese el gobierno de Sánchez por la propuesta, ¿veremos iniciada alguna actuación los actuales sesentones? Y lo más importante; Pese a que la geometría peninsular sugiere que, ese eje, debería pasar por Soria, ¿estamos seguros de que así será o nos darán esquinazo por La Rioja hacia Navarra y Aragón? Me pongo en lo peor, que no es esta última reflexión sino la primera. Para cuando esto tenga cuerpo de proyecto en la fábrica administrativa, lo más probable es que mi primera ocupación sea la de criar malvas en el camposanto del Espino. Remato y resumo con un comentario hacia mis colegas periodistas. A ninguno se le ha ocurrido recordar que, lo que ahora se pide, fue desmantelado, vías y traviesas arrancadas y hoy se llama 'camino verde'. Me río por no llorar.