Corría el año 1978 cuando recalé en Barcelona para iniciar los estudios de Ciencias de la Información; periodismo para entendernos. Eran tiempos convulsos de transición, de movilizaciones y huelgas que retrasaron el inicio de las clases. Con poco que hacer, uno de mis primeros destinos fue la Casa de Soria en Barcelona, ubicada en la Calle Santa Clotilde del popular barrio de Gracia. Me acogieron como si me conocieran desde pequeño y antes de que les diera las gracias por su cálida recepción ya me estaban ofreciendo la sede para lo que fuera, ayuda para buscar vivienda e incluso trabajo si había desembarcado a pelo en la Ciudad Condal. No era el caso pero, me resultó tan grata su acogida que aún mantengo algún contacto de aquellos tiempos.
Eran, en aquel entonces, estas casas, el lugar de referencia para los que llegaban a Zaragoza, Madrid, Sevilla o la aludida Barcelona, entre otras, y no sabía por dónde empezar a construir su futuro o con quien relacionarse en tierra extraña. Tenían utilidad. Pero, de un tiempo a esta parte, han perdido su identidad como tantas otras cosas. Y como suele ocurrir su protagonismo también ha decaído su interés en la provincia de Soria, si exceptuamos las citas anuales que celebra la Diputación Provincial y que están en franca decadencia pues sólo atraen a veteranos nostálgicos, como pudiera ser yo mismo si no hubiera vuelto a mi terruño. A la gente joven no les hace falta y a los mayores menos. Sin embargo, la aludida Diputación se metió hace más de tres décadas en embrollos inexplicables de los que no sabe cómo salir. Hasta donde yo sé, sólo en Madrid hay una Casa de Soria de propiedad pública, y en la Carrera de San Jerónimo nada menos. Pero su utilidad ahora es nula para los usos a que se destinó hace tiempo y no sabe cómo quitarse de encima el 'moco'. Hoy no estoy guerrero y no entraré en detalles del uso espurio que le han dado los dirigentes de la asociación al valioso local, pero sí denuncio, como ya hice algunos años la pasividad e incapacidad del gobierno de la Diputación para resolver el embrollo de tener una propiedad tan valiosa que no genera ningún provecho. Al menos público.
El ingenio no es virtud que adorne a los dignatarios del Palacio provincial y le han pasado el 'pastel' a la Junta de Castilla y León que ha decidido hacerse cargo de dar uso a ese espacio. Por lo visto vendrá bien para reuniones empresariales, promoción de Castilla y León en Madrid…Con reserva de unos metros cuadrados para su función original de Casa de Soria. Brillante idea. Dentro de 10 años quedamos y hacemos balance. Apuesto a que nos tronchamos de risa. Si no es así, yo pago la ronda de cañas.