Cuando el sentido común es noticia, es mala noticia. Se deduce que no es habitual la aplicación del 'menos común de los sentidos'.
El pasado domingo el diario El País dedicó una página a un histórico líder de la derecha soriana, José Antonio de Miguel Nieto, que aparecía en ella a cuento de su apoyo decidido, e incluso presencia, en la exhumación de restos de víctimas de la barbarie en la Guerra Civil. Reconoce de entrada que «seguramente, por ideología, no me correspondería». Ojo al dato, como diría el otrora famoso periodista José María García, de entrada da fe de que el partido al que pertenece no ve con buenos ojos las decisiones y acciones conducentes a este tipo de actividades que remueven un pasado que algunos consideran remoto y prefieren olvidar, pero que aún tiene deudos damnificados en vida. Y no sólo de un bando. La mayoría, por cierto de ninguno de ellos, sólo circunstanciales asesinados en un entorno caótico en el que, por supuesto, los mejor armados resultaron ser, además los más despiadados y a la postre los ganadores en una masacre civil que no terminó, como saben, en 1939. El caso es que De Miguel asegura que «ve más paz que rencor entre los familiares de los exhumados». ¿Sólo lo ve él en el PP? A base de darle vueltas al porqué de esta actitud de José Antonio de Miguel deduzco varias conclusiones. La primera es que se trata de un político, maltratado por los suyos en un pasado reciente, que le llevó a crear su propio partido y puso contra las cuerdas a sus antiguos y actuales correligionarios. Su reintegración en el PP, del que llegó a ser secretario general le ha pillado ya de vuelta de todo y, estoy seguro, que si siguen fluyendo, como antes, los famosos pero poco conocidos 'argumentarios' que mandan el PP, como el PSOE y todos los demás, se los pasa por el arco del triunfo. Ha decidido tener criterio propio aunque le regañen sus jerarcas o insinúen amenazas que llegan en un tiempo en el que no hay tierra fértil en la que germinar. De Miguel se bate en retirada y, supongo, aspira a que sea lo más digna posible. La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.
No llegará muy lejos, imagino el modelo o ejemplo de De Miguel. He citado hace un instante los 'argumentarios', esos textos que elaboran los asesores y avalan los dirigentes del partido y que sirven para unificar los criterios de todos, no vaya a ser que a alguno le dé por pensar por su cuenta y acabe diciendo lo que no debe. Llegados a este punto, les recomiendo la lectura de un libro escrito hace setenta y cinco años y que escribió George Orwell. Se llama 1984. Anticipó mucho la fecha, pero en 2024 nos acercamos a sus pronósticos.