Nicolás Plaza Gómez

Nicolás Plaza Gómez


La moda de las ideologías

26/04/2025

Las ideologías se convierten en atuendos simbólicos, adoptados para señalar pertenencia o diferenciarse de otros

La narrativa del progreso lineal, que presenta la historia como una marcha constante hacia un futuro mejor, es una de las grandes ficciones de la modernidad. Es la mayor mentira que nos contaron en clase de historia. Las sociedades actuales, parecen atrapadas en ruedas de hámster: ciclos repetitivos de consumo, polarización y reinvención superficial. En este contexto, las ideologías han perdido su profundidad y se han transformado en productos de consumo cultural, similares a la moda. Como señalaba Georg Simmel, la moda no es meramente superficial; es una forma de pensar y vivir lo social, un vehículo para expresar distinción y pertenencia. Actualmente, las ideologías operan bajo una lógica similar. Los jóvenes, al elegir cómo vestirse, hablar, actuar o pensar, no solo adoptan estilos, sino que participan en una batalla cultural donde la estética prevalece sobre la ética. La reflexión profunda cede terreno frente a la apariencia y la identificación con un grupo. Las ideologías se convierten en atuendos simbólicos, adoptados para señalar pertenencia o diferenciarse de otros, siguiendo tendencias para no quedar excluidos del grupo de iguales. En un mundo donde la identidad se construye de manera precaria y difusa, adherirse a discursos mediáticos simplificados y polarizados se presenta como una solución cómoda. Es habitual ver, en personas con problemas de autoestima, adoptar ciertos discursos de odio en los que no entraré. Siguiendo la lógica del "divide y vencerás", los algoritmos de las plataformas digitales agravan la dinámica, segmentando a las audiencias en burbujas de (des)información que refuerzan sesgos y crean comunidades virtuales antagónicas. Así, emergen espacios digitales diferenciados —un internet "para chicos" y otro "para chicas"— donde las ideas, al igual que la ropa, se consumen según patrones dictados por el mercado y la tecnología. Como decía Oscar Wilde: "La mayoría de las personas son otras personas. Sus pensamientos son las opiniones de otros". Lo relevante no es poseer ropa o ideas, sino el significado simbólico que proyectan. Tener una prenda de vestir no importa tanto como la marca o el estilo que representa; de manera similar, abrazar una ideología no se trata de comprenderla, sino de repetir sus consignas para proyectar una imagen o pertenecer a un grupo. Este fenómeno es particularmente evidente entre los jóvenes, cuya socialización ocurre en un contexto de inestabilidad económica, polarización política y saturación mediática. Históricamente, se ha asociado a la juventud con la rebeldía y la oposición a lo establecido. Sin embargo, en el capitalismo digital, lo "revolucionario" se redefine constantemente según las tendencias del momento. Resulta que ahora ir a misa o rechazar la conciencia social es lo revolucionario. Estas modas ideológicas, al igual que las textiles, tienen un fuerte componente generacional y están condicionadas por el entorno económico, político y material en el que crecen y socializan los adolescentes. Las crisis sociales y los cambios culturales son cíclicos, no lineales. Las ideologías, como las modas, resurgen, se transforman y se reciclan en respuesta a las condiciones del momento. No solo se fragmentan, sino que se convierten en productos efímeros, sujetos a las mismas lógicas de obsolescencia programada que rigen el consumo de bienes materiales.


 

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