Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Los pies de Mercurio

03/01/2025

El dios romano Mercurio era el mensajero de los dioses. Tenía alas en los pies, lo que le permitía moverse con rapidez. Necesitaba trasladarse velozmente entre los dioses y los mortales llevando mensajes. Los Reyes Magos no tienen alas en los pies, tienen camellos, pajes y mucha magia, que les ayudan a ser tan rápidos como Mercurio para recorrer todas las casas del mundo en una sola noche dejando sus regalos. Melchor, Gaspar y Baltasar están llegando. A Soria le van a traer un barco para navegar por el Duero. Espero que no contamine. Aún tardará un poquillo, porque no podremos disfrutarlo hasta finales de 2025. Quizás al año que viene los Reyes vengan en ese barco.

Yo les he pedido unas alas como las de Mercurio para moverme con avidez entre los dioses y los mortales. O entre los mortales endiosados (que cada vez abundan más) para entregarles un mensaje a lo Fernando Fernán Gómez y José Antonio Labordeta: ¡A la mierda! Reconozco que cada vez hay más personas que me provocan esa escatológica y reconfortante expresión. Se queda una bien a gusto. En el ámbito político hemos llegado a tal punto de hipocresía, de mentiras y manipulación por alcanzar o mantener el poder que los pies de Mercurio los utilizaría para huir en vez de para su finalidad mitológica de repartir mensajes. Me encantaría ser optimista, encontrar motivos para hacer bonitos comentarios, regalar a los lectores palabras que reflejen análisis esperanzadores. Es casi imposible a no ser que te pongas una venda en los ojos y unos tapones en los oídos. El mundo vive en una crispación constante. Debería pedir a los Reyes, además de los pies de Mercurio, una buena dosis de optimismo, que es bien barato pero, ahora mismo, inalcanzable. Ya nadie pide regalos inmateriales. En estos tiempos para que un regalo sea bueno tiene que ser caro, carísimo. Los que se compran con dinero, cuando te sobra, no valen nada. En estos días previos a la Epifanía recuerdo mucho a mi padre. De niño, los Reyes le traían alguna mandarina o naranja y nueces. Este mundo consumista y caprichoso es un asco. Complacemos a nuestros niños con todo lo que piden y más, no vaya a ser que sea poco. Y a ellos también les suele parecer poco.

Además de mis pies de Mercurio y mi optimismo, a los Reyes les pediría un viaje en el tiempo. Volvería un ratito a mi niñez. La melancolía es propia de estas fechas tan hipócritas como las palabras de la clase política a la que me refería unas líneas más arriba. Me gustaría volver a aquellos días sin responsabilidades cuando el tiempo no se pasaba volando como ahora, cuando el tiempo era eterno, cuando queríamos ser mayores sin saber que de mayores querríamos regresar a la infancia. Deseamos lo que no tenemos sin valorar lo que poseemos. Así de necios somos, en general, los seres humanos que, a veces, nos creemos diosecillos, aunque no tengamos alas en los pies.