La suerte está echada. Es lo que significa, con matices, la cita que se atribuye al cónsul Julio César, cuando con sus legiones asignadas a la Galia, dieron la vuelta, cruzaron el río Rubicón e ignorando los mandatos del Senado romano se enzarzaron en una guerra civil con un tal Pompeyo que salió trasquilado. La frase se ha utilizado hasta desgastarla en múltiples situaciones para significar que ya no hay vuelta atrás. En el tema que nos ha venido ocupando estas últimas semanas, las elecciones autonómicas de nuestra variopinta comunidad castellana y leonesa, ya no hay más tela que cortar, salvo que ocurra algún acontecimiento, tan imprevisible como indeseable, que dé un vuelco a la voluntad de los electores como ocurriera con los atentados de Atocha.
Este sábado es el día de reflexión que, aunque inútil para lo que pretende, supone un cierto alivio en la presión de partidos y medios a una población hastiada de campañas electorales en las que hace años que nadie logra ilusionar al paisanaje. Y como quiera que soy consciente de que cualquier cosa que diga será interpretada a la única luz que ilumina a los cegatos, «este tipo es un facha o es un rojo, o no sabe lo que es» y sin convertir en un trámite la redacción de este artículo, por respeto a sus lectores, les diré que me importa un pimiento lo que puedan concluir, porque estoy aquí para volcar al papel los que articulan mis conexiones neuronales. Concluyamos pues.
El domingo sabremos si Mañueco, o mejor dicho los que le indujeron a convocar las elecciones, han acertado con la 'estrategia Ayuso'. Llamar a las urnas, cargarse a Ciudadanos y gobernar en una cómoda mayoría absoluta, como venían haciendo desde hace 35 años. Puede que lo logren, contaban con ello, pero como dice la popular frase, que me perdonen los ofendiditos de turno, «no les cabe un piñón por el culo» tras la lectura de las últimas encuestas, y no me refiero a la del CIS, que está más manoseada que una pizza antes de llegar al horno. No parece que vayan a tener mayoría absoluta. Pero si necesitan a Vox y lo usan, se les van a fundir los plomos a las expectativas de Pablo Casado, que es el verdadero jugador en esta extraña partida convocada sin justificación alguna y sólo para servir a los intereses del presidente popular. Mañueco ha hecho estos días política nacional concentrándose en la crítica a Sánchez y de paso ha descalificado a las plataformas de la España Vaciada comparando su estrategia con la de los nacionalistas. Me partiré de risa como tenga que negociar con ellos. Me pregunto si, a Soria Ya, le dirá como al Igea de Cs hace dos años, «lo que quiera, le daremos lo que quiera».Y se lo dieron.