Si algo he traicionado de mi condición de jubilado, es el tópico que se nos atribuye de ir a ver y vigilar las obras de la ciudad. Con las manos enlazadas a la espalda, se supone que no sólo debemos contemplar, sino también supervisar el trabajo que se lleva a cabo y, si se tercia, hacer recomendaciones a los operarios. En resumen ejercer de plastas aunque ya tenemos pocos foros, ya que las normativas de las zonas en obras se ocultan tras una valla, en teoría para proteger a los ciudadanos de posibles accidentes, aunque en realidad los amparados son los currantes que a duras penas soportan la impertinencias de los venerables y presuntos expertos de mi condición y edad.
No salgo de casa a ver obras, pero me las tropiezo. Vivo en la capital soriana y es imposible ignorar la febril actividad que se está llevando a cabo en muchos puntos de la misma. Y, claro está, las veo y opino, que para eso tengo el privilegio de esta columna. Ya veré como luce el resultado final pero, de momento, sí tengo voz para valorar el impacto de su lenta ejecución.
Si hay un punto peligroso en Soria en estos momentos es la rotonda, aún provisional, de la Plaza de la Constitución junto a la estación de autobuses. No es lo peor que haya carriles que empiezan dobles y se cierran en uno sólo creando embudo, confusión y peligro. Lo malo es que una obra, en apariencia simple, lleva no sé cuántas semanas e incluso meses con una actividad que, o sólo paso cuando no hay currantes, o la empresa se lo toma con calma para atender otras prioridades, dando por hecho que ésta no urge. Hasta que pase algo. En los plazos de esta rotonda los chinos empiezan, terminan y ponen en marcha una línea de metro en Pekín.
Usted pensará que me quejo de vicio pero, teniendo en cuenta el galimatías de tráfico en el que se halla inmersa la ciudad, lo sensato es buscar alternativas. Por ejemplo obviar esta vía periférica y pasar por la calle Nicolás Rabal para tomar Duques de Soria y dar esquinazo por ahí a la travesía norte-sur de la ciudad. Craso error. Entre las obras de remate de la fachada de lo que fuera Colegio Universitario y no sé qué excavación en el entorno de la comisaria, se han metido ustedes en una ratonera de un solo sentido en la que sólo les ampara la paciencia. Si les queda.
Está claro que no son sólo estas dos las zonas afectadas por obras que, por supuesto, una vez terminadas darán lustre a Soria, pero no es cosa de detallarlas todas. Eso debería hacerlo el ayuntamiento en su página de internet. Así, cada mañana, antes de salir de casa además de las alertas meteorológicas, nos podemos enterar de las de tránsito urbano, e irnos andando, que es muy sano.