José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


El precio de la basura

16/02/2025

La nueva regulación municipal de nuestra capital de las tasas por la recogida de basuras, está dando que hablar. Una normativa europea exige que fuera diferente a la actual vigente y ello pasa por ajustar las tarifas a la superficie de las viviendas en lugar de establecer zonas diferenciadas en función de la categoría que se atribuye a unos u otros barrios.
No tengo intención de criticar esta decisión porque no se me ocurre una solución plenamente ecuánime. Es, virtualmente imposible, ajustar el precio de la recogida  en base a la cantidad de basura que genere cada familia o grupo residente en una vivienda. No es raro en absoluto que un jubilado que viva en un piso de cien metros, sólo y coma además en el hogar del pensionista, genere muchos menos kilos de desperdicios que un matrimonio con tres hijos aunque su espacio vital se reduzca a sesenta metros cuadrados. Hace unos días un ciudadano se dirigió al que suscribe a través de una red social para informarme de que hay  una ciudad en California donde, los que se depositan la basura en los contenedores que pesan esa desechable mercancía y en función de los kilos, cobran una cantidad de dinero proporcional. A primera vista no parece mala idea, pero como quiera que conocemos la propensión a la picaresca española, no tengo la menor duda de que más de uno cargaría la bolsa de piedras para recibir una remuneración más cuantiosa.
Sinceramente creo que el problema no pasa por la distribución de esta tasa en base a unas u otras circunstancias del vecindario. Es algo más que un rumor o cotilleo, que en la planta de reciclaje, o presunto reciclaje, no se hace una labor muy fina que digamos. Esa sí es la clave para evitar el impacto de los residuos sólidos urbanos supongan una grave degradación de nuestro ecosistema. Esa planta que, si no me equivoco cofinancian la diputación provincial y el ayuntamiento de Soria, no parece estar a la altura de las circunstancias. Y dicho sea de paso, nosotros, los ciudadanos tampoco. Me explico.
Esa parte de los restos de cualquiera de nuestras actividades, que terminan en las calles, parques y aceras, siguen poniendo en evidencia que buena parte de la población considera normal tirar al suelo la colilla del cigarro, la lata de bebida o el pañuelo con mocos. La otra parte, más concienciada, no quiere meterse en líos llamando la atención del 'guarreras' de turno y se limita a criticar por lo bajini. Créanme, falta mucho para que se cambien las tornas si no empezamos a poner en evidencia a quienes dejan nuestro suelo lleno de mierda. O de meados de los perros, que en muchos sitios ya los atenúa el dueño del can con un chorro de agua jabonosa.