Es una asociación muy singular. Aglutina a un grupo de letrados que lo mismo interfieren en los derechos de una mujer que quiere morir porque sufre dolores insoportables, apenas puede moverse y solicitó y logró en su momento que le aprobaran la aplicación de la eutanasia, que recurre la educación sexual en los colegios o que lleva a los juzgados al alcalde de Soria por protagonizar una parodia en la que emulaba bendiciones papales desde un rudimentario 'papamóvil'.
Vaya por delante que se trata de una organización que tiene todo el derecho, y nunca mejor dicho, a moverse en libertad en el marco, eso sí, de las normas jurídicas del país en el que opera. Da la impresión, sin embargo, de que tienen poca faena o lo más probable que buscan popularidad con casos llamativos que los sitúan en las primeras páginas de los medios informativos. Eso sí, seleccionan de forma meticulosa los reos de sus convicciones religiosas. Las dos 'serpientes de verano' que nos han llevado a los sorianos a protagonizar todo tipo de chascarrillos son la aludida 'gansada' si quieren llamarla así, de Carlos Martínez y el esperpéntico repintado de los querubines de la ermita del Mirón. Curiosamente sobre esta afrenta al buen gusto, perpetrada en un espacio sagrado no tienen nada que objetar. Va a ser que no les encaja llevar al juzgado una demanda de investigación, no vaya a ser que ciudadanos de alzacuello o el mismísimo obispo vayan a resultar investigados. Respecto a la representación de Tardelcuende sólo se me ocurre añadir mi sospecha de que la Asociación de Abogados Cristianos, no debe tener delegación abierta en Cádiz, por ejemplo. No darían abasto a denunciar comparsas carnavaleras ni, en el improbable caso de que tuvieran éxito sus demandas, habría celdas suficientes para todos los condenados.
Vuelvo sobre mis pasos para insistir en que cada cual puede pensar como quiera y actuar en consecuencia cuando lo estime oportuno, pero con los mismos derechos me atrevo a preguntar a los líderes de este colectivo, si nos les parece algo contradictorio que lleven a los tribunales civiles asuntos de religión. Al fin y al cabo doy por hecho que ellos estudiaron la legislación laica que se aplica en los tribunales. Supongo que, aunque conozcan el derecho canónico saben que su ámbito de aplicación es la iglesia y nada más. Si les da por ahí, que pidan la excomunión de Martínez, o ya puestos que empiecen a promover la refundación del Santo Oficio. La Inquisición para entendernos con hogueras y todo para quemar libros y alcaldes herejes.
En un país aconfesional espero que no florezcan también asociaciones de jueces cristianos, ni islámicos, judíos o budistas.