Parafraseo a Obélix, que nadie se ofenda, para resumir el sentimiento que me invade cuando escucho las noticias y compruebo, más resignada que alarmada, que no tenemos remedio como especie. A tenor de los llamados desafíos geopolíticos actuales, que solo es un eufemismo para referirnos a los conflictos que nos rodean, crece la opinión (y la acción, al parecer) de que la Unión Europea tiene que rearmarse para garantizar la paz y la estabilidad, ahora que Estados Unidos amenaza con retirar su apoyo militar. No queda más remedio, dicen algunos expertos, ya era hora, dicen otros. Al parecer, un proyecto de unión de naciones europeas concebido para la paz, ha vivido en el guindo durante años, y ahora se da de bruces con la realidad, especialmente cuando parece que no es descabellado que a un tipo como Putin le dé por ampliar fronteras hacia la otrora intocable UE.
Los argumentos esgrimidos en el recién presentado Libro Blanco sobre la Defensa Euroepa se basan en amenazas que suponen Rusia, China, los ciberataques y la desinformación. Se podría agrandar la lista, porque los peligros y desestabilizaciones políticas crecen cada día. Miremos a Gaza y lo que este abuso por parte de Israel está suponiendo en Oriente Próximo. Miremos también a la última hora en Turquía y de reojo a los Balcanes, por no hablar de Estados Unidos y la política apisonadora de Trump, que no solo amenaza el orden establecido, sino los propios cimientos de la democracia. En definitiva, estamos gobernados por gente completamente irracional, cortoplacista y megalómana que favorece a los lobbies que gestionan en su propio beneficio este río revuelto en el que se ha convertido el mundo.
En estas parece inaplazable un rearme europeo que buscaría reforzar las capacidades militares y la industria de defensa de la Unión. Entre las medidas propuestas se incluye flexibilizar el presupuesto comunitario y simplificar procesos para responder eficazmente a crisis, permitiendo a los Estados miembros incrementar su gasto en defensa hasta un 1,5% del PIB sin penalizaciones. El objetivo es reducir la dependencia de Estados Unidos y fomentar la adquisición conjunta de equipos militares europeos, promoviendo la autonomía estratégica del continente. ?
Y yo me pregunto, ¿es realmente necesario? ¿No hemos tenido suficientes ejemplos en la Historia, también la más reciente, de que la escalada de amenazas y rearme nunca se traduce en paz y prosperidad? ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI, con enormes avances tecnológicos capaces de hacer de este mundo un lugar mejor caminemos hacia la autodestrucción y nadie se rasgue las vestiduras?
En este punto, llámenme ingenua, me posiciono en contra de rearmar Europa, de adelgazar el estado de bienestar y de seguir la corriente a los dementes que gobiernan el mundo, pensando que solo en las armas está la solución a los conflictos. A favor del catedrático de Economía en la Universidad de Málaga, Juan Torres López, quien asegura que mayor gasto militar no equivale a mayor seguridad y considera que el rearme solo beneficiará a la industria militar y financiera. En su lugar, propone que la UE apueste por la paz, respete acuerdos, lidere iniciativas de desmilitarización y refuerce la cohesión social y democrática. Considera que la seguridad europea debe basarse en la estabilidad económica y política, no en la fuerza militar. No es ingenuo, es sensato.