...y ahora a objetivos nuevos porque son otros tiempos y Soria requiereorar, o rehacer, fachadas... e interiores. Para nuevas necesidades y formas de vida. El Ayuntamiento capitalino ha arrasado lo que había y ha creado, con criterio, una nueva arquitectura y función. Ahí nos situamos: entre Zapatería y calle del Carmen. En el tiempo, nos acercamos a principios de los años setenta. Ha llovido. Pero, a buen seguro, a más de un lector le vendrán recuerdos de todo tipo de su tierna juventud. Era un edificio con historia, desde la segunda mitad del siglo XIX. Yo me atendré a sus momentos musicales, como discoteca o sala de baile.
Era el Trinquete. Una palabra de significados múltiples. La que ahora interesa es la de origen francés (trinquet), que denomina, de forma genérica, un lugar de ciertas características para juego de pelota. El Trinquete llegó a ser en Soria todo un símbolo. Un símbolo de una zona de nuestra ciudad, que ya empezaba su expansión en todos los sentidos, y un símbolo de una parte de su sociedad. Luego pasó a ser una sala de fiesta. Pero el Trinquete no era como otras discotecas. Y a "trinquete" empezó a hacerle la competencia una nueva palabra, para una nueva función: piper. ¡Vaya usted a saber si Saturio eligió la que significaba flautista o la que procede de "peeper"! ¡Qué más daba1 Los conocimientos del inglés no debían de ser muy profundos y, quizá, ni necesarios para sus objetivos. Pero la palabra sonaba bien, era desconocida y moderna. Además, ahí estaba esa bebida verdosa, llamada peepermint, tan popular en su momento. Y ahí estaba el "Sgt Pepper's", ese álbum exitoso de los Beatles, de 1967, o la gran película del mismo año, de Carlos Saura, titulada "Peepermint frappé". El resultado fue el Piper Club, el Trinquete… una sala de fin de semana que hizo historia en Soria.
Saturio quería estar al día en el nombre. Si Piper era breve y atraía, Club era aún más breve y novedoso. De revista del corazón. Extranjerismos de entonces, cuando había que ser moderno. Conseguido: para los adolescentes, el Piper Club; para los de siempre, el Trinquete. Dos nombres, para una misma realidad lúdica. Y todos, tan contentos. Era el momento de la invasión de los anglicismos. Allí, en la Soria más genuina, el Piper Club. Música, baile nocturno, juerga, movimiento y otras condiciones humanas más. Ocio en Zapatería 12, cerca de donde las monjas invocarían cada fin de semana para salvar a pecadores y pecadoras de las llamas del infierno.
En aquella época, yo era estudiante en el Colegio Universitario de Soria (el CUS), quería ser autónomo en mis finanzas y trabajé en el bar del Piper bastantes fines de semana, tras proponérmelo Jesús, amigo que lo regentaba. Conocí bien a Saturio Martín Brieva. Buena labor la suya. Sabedor de la realidad humana, dejaba entrar gratis, tras rogárselo, a más de uno, que luego en el bar me pedía moriles con hielo en vaso de whisky para simular estatus ante las muchachas. Todo un retrato del grupo social del Piper. Como retrato eran los descansos o el gentío juvenil en la calle. El Piper/ el Trinquete… no el Bar Río ni la Neón ni la Picasso ni el Tabarín. Los cambios en el ocio nocturno también lo fueron de barrio, y, sobre todo, de estilos y contenidos. Nueva generación, nuevas formas y conductas. Luego llegó la Zona. Pero, a principios de los setenta, San Valentín, era allí cada domingo. Que se lo pregunten, si no, a Lucía, Alberto, Lucas o Antonia. La Soria de la verdad humana. El Piper Club, con naturalidad y nobleza.