En una entrevista reciente, Salman Rushdie, sostenía que «el siglo XXI parecía que iba a ser mejor que el XX pero ahora sabemos que no». Tal vez, sus palabras estuvieran determinadas por el trágico atentado que sufrió, convertido ya en un texto ensayístico titulado 'Cuchillo', donde relata todo en primera persona. Sus palabras no son principios de fe, por supuesto, pero, si echamos una mirada al planeta azul, hay días en que uno queda algo turbado. También ha sostenido en alguna ocasión que «mucha gente, incluido un número importante de jóvenes, se ha formado la opinión de que las restricciones a la libertad de expresión son a menudo una buena idea». Mejor no hacer predicciones pero no se puede dejar de lado lo que cada día nos llega. ¡Vaya usted a saber qué pasará cuando Trump entre en la Casa Blanca el lunes! Por ahora, ahí están sus palabras. Y no quedan lejos pues lo que decida su gobierno afectará hasta la tierra del Alto Llano Numantino, donde existe placidez excesiva. Cualquier día, se da un baño en el Canal de Panamá y lo hace suyo. China ya ha respondido. O se acerca más al norte y Canadá, en un periquete, se convierte en el último estado USA. Y no digamos Groenlandia. Más probable que lo anterior por sus reservas en el subsuelo y su estratégica situación geográfica.
Pero no solo es Trump. Ucrania hierve en la vecindad europea y Putin puede apretar cualquier botón. Oriente Medio es otro punto estratégico donde se ventilan muchas cosas pues esa guerra va más allá de Israel y Palestina. Arabia Saudí, Irán y Turquía, miembro de la OTAN, tienen más de un interés que ventilar. Y dejamos la geografía terráquea por no seguir con Corea (cerca de Pekín) o la hambruna estática en Sudán… Vaya usted a saber si las armas nucleares asoman por alguna ventana o si la inteligencia artificial da alguna sorpresa pasado mañana incluso antes de saber defenderse de sí misma, siendo, además, que va por delante de su regulación.
Si lo anterior afecta a todos los humanos, con independencia de dónde vivan, hay otras realidades que aprietan a Europa Occidental y a España en particular. ¿Quién olvida lo cercano de los cayucos diarios? La tragedia de los que mueren y el reto para España con los que llegan. No hay definido un plan general, más allá de declaraciones ocasionales de buenismo insulso y reproches interpartidistas estériles. Más: peleas enquistadas con cualquier tema, judicialización de la política, pactos contra natura, presupuestos en el aire, concesiones oportunistas. ¿Habrá elecciones? ¿Las habrá en Castilla y León? ¿Alguna novedad en el próximo congreso del PSCyL? Todo atado. Congreso prescindible. El sanchismo ha sellado a Mínguez y firmó el adiós a Tudanca por orden superior, con el martillo de Cerdán. Se impone el politburó central. Lo anunciaba uno de mis artículos de hace tres meses: 'Un PSCyL, noqueado'. Pero ya tenemos cifras presupuestarias capitalinas y provinciales. Soria, donde siempre y mañana volveremos a ver amanecer. ¿Irá todo sobre aguas en ese nuevo barco de ocio sobre el Duero? ¿Conseguirá el PEMA su estrellato? Seguiremos con la palabra, amigos lectores. Disfruten del 2025, que cerrará el primer cuarto del siglo XXI. Y que la sociedad civil soriana no ceje en su empeño ni olvide sus objetivos, pues, como ya se decía por aquí en la Edad Media, «nunca mucho costó poco». Por ejemplo, mantener la población. Bien claro lo dejaba hace unos días David Ortega, en una fructífera entrevista en este medio. Hoy, 17, «San Antón, gallinita, pon».